Reportaje

Cristóbal Olmedo, un pintor diferente

Aunque ha expuesto en numerosas galerías nacionales y extranjeras, Cristóbal Olmedo es un artista discreto, al que le gusta que sea su trabajo el que hable por él. Este vecino de Boadilla de 65 años afirma estar en su mejor momento y no deja de innovar ni de buscar lo diferente cada vez que se pone a pintar, lo que lleva haciendo toda su vida.

 

Todo su mundo es la pintura y prueba de ello es que ha convertido su casa en un estudio inmenso, desde el jardín, donde aplica sus sprays para hacer grafitis, hasta la última planta, donde guarda gran parte de su material.

"La pintura es una forma de hacer pensar sobre los problemas que tenemos”

En el salón, donde Cristóbal nos recibe para hacer la entrevista, están algunos de sus cuadros más grandes. Piezas de gran formato en las que podemos descubrir lo que más le gusta pintar: objetos desahuciados que ya han tenido una vida útil y a los que él da un nuevo significado. “Las cosas que yo pinto son humildes, cosas cotidianas abandonadas, que han vivido su vida y luego la gente desprecia”, explica.

Son cuadros muy realistas, en los que no se ven las pinceladas. De hecho, algunos parecen fotografías. Utiliza una paleta de colores grises, pero siempre añadiendo una nota de color o algo que transmita un mensaje. “Nosotros estamos para hacer reflexionar a la gente. La pintura es una forma de hacer pensar sobre los problemas que tenemos”, asegura.

Saber dibujar, clave

Para Cristóbal todo empieza “por saber dibujar bien. Eso no hay que abandonarlo. Hay que practicar siempre. Luego ya se puede empezar a experimentar. A mí me gusta romper los límites, ver hasta dónde puedo llegar. Y quiero que me abrumen, me gusta la buena competencia”.

Trabaja en formatos muy diferentes y últimamente ha incorporado los grafitis a su estética. “Me dan la posibilidad de componer cuadros clásicos, pero de una forma moderna, utilizando los colores puros de los sprays. Es una mezcla atrevida”, explica.

Sus cuadros son una “lasaña de colores”. Diferentes capas de esmalte, óleo, acrílico, lápiz, mortero con polvo de mármol, collage... . Y su colección de retratos merece un espacio propio. Dibujos en spray sobre un sinfín de capas de periódicos o revistas. Pura pintura contemporánea.

Él mismo fabrica los marcos de los cuadros más pequeños, dándoles una personalidad diferente a cada uno. Aquí los temas son otros: macollas, plantas, vegetales, nidos... todos exquisitos.

 

Su visión

En su opinión, la promoción de los pintores en España no existe. “Se hace a través de las galerías en Arco. Así que, como no le gustes a un galerista, estás fuera. Además, los que tenemos más de 60 años estamos en desventaja porque nuestros galeristas se han retirado”.

Tampoco cree que los gobiernos tengan “una auténtica política cultural. La pintura del siglo XIX española, por ejemplo, es buenísima y se la están llevando al extranjero tirada de precio. Y museos como el Reina Sofía están llenos de cuadros que no aportan nada. No se apuesta realmente por el talento que tenemos en este país”.

 

Futuro

Tiene previsto hacer una serie de cuadros sobre el monte de Boadilla. “Estoy saliendo mucho al campo para buscar troncos de fresno que compongan bien y poder pintarlos”, dice. También le gustaría organizar un grupo de gente para salir a pintar al monte, como hacía cuando tenía 20 años.

A más largo plazo, a Cristóbal le haría mucha ilusión exponer su obra en el palacio del infante don Luis y hacer una película con sus amigos pintores sobre la situación de la pintura en España.

 

Así empezó todo

“Llevo toda la vida pintando. Siempre me gustó, desde pequeño. Empecé a hacer Bellas Artes, pero no la acabé. La ironía es que ahora doy clases magistrales ahí.

Mi vida laboral comenzó en una imprenta, hasta que a los 30 años decidí apostar todo a la pintura y lo dejé. Ya había comenzado a exponer, así que fueron unos años duros, pero muy bonitos.

Solo he tenido un marchante de arte en toda mi vida, Sam Benady, y gracias a él pude exponer en Estados Unidos.

Hoy en día, me encuentro en mi mejor momento, pletórico. Me levanto todos los días y me pongo a trabajar, no espero a las musas”. Según su mujer, su gran apoyo, puede pintar hasta 10 horas al día.