Reportaje

Pilar Domínguez: una gran familia

El próximo año, la Escuela de Danza de Pilar Domínguez, por la que han pasado miles de alumnas, cumple su 25 aniversario. La presencia de esta gran familia es habitual en cuantos eventos soliciten su ayuda o colaboración desinteresada. Su directora, Pilar Domínguez, recibía el mes pasado el premio Palacio del Infante, un galardón otorgado por la Asociación Boadilla Activa y que reconoce el amor y trabajo en pro de Boadilla de quienes lo reciben.

 

En el despacho entra Diana corriendo y gritando. Busca a Alicia para darle su goma del pelo, “que la acabo de encontrar. ¿Dónde está Alicia?”, repite. Pilar, con paciencia, esa que tiene tras cerca de 25 años enseñando a bailar a miles de alumnos, le ayuda a buscar a su profe para devolverle lo que ha perdido.

 

Es una escena habitual que transcurre en mitad de la entrevista a Pilar Domínguez, bailarina y directora de la conocida escuela de baile que lleva su nombre. Un centro  con vida propia que podríamos decir se asemeja mucho a una gran familia. Y, como en cualquier familia, sobre todo cuando hay pequeños alrededor, las idas y venidas de unos y otros, o las interrupciones, están al orden del día: una niña que espera a que sus padren la vengan a recoger, otra que ha perdido sus zapatillas de ballet... Al otro lado del teléfono, una persona espera para preguntar por unas clases... Una profesora quieres saber cuándo es la reunión, el fotógrafo avisa que se marcha... La verdad es que esta mujer tiene paciencia. Intentamos volver a la entrevista o, mejor dicho, la comenzamos.

 

Muchos años de trabajo y dedicación


Aunque ella no lo reconoce, se ha convertido en un referente en el pueblo gracias a muchos años de trabajo y dedicación con los jóvenes y los mayores que acuden cada día a bailar a su escuela. Pero también por su carácter, optimista y alegre, su forma de ver la vida o su dedicación hacia los demás e implicación en cuanto hace, por pequeño que sea.

 

Lleva viviendo en Boadilla del Monte desde que tenía 9 años. Acababa de cumplir los 20 cuando abrió la escuela de danza en el centro del pueblo, justo a espaldas de la iglesia de San Cristóbal. Era el año 1988, así que en 2013 celebrará su 25 aniversario.

 

Por allí pasan cada mes más de 500 alumnos de todas las edades: desde los tres años hasta alguno que tiene casi los noventa. A todos ellos hay que sumar las clases que imparten en los talleres municipales o las de los mayores, para quienes el baile es una actividad de ocio que les anima a salir de casa, compartir con los demás las alegrías y problemas... “¡y estar en forma!”, dice. “Son casi un centenar y la verdad es que nos lo pasamos muy bien. Además, es un grupo con el que aprendemos muchísimo”, asegura con una sonrisa de oreja a oreja, que se convierte en risa cuando entra Laura Daniela. Estudiaron la carrera de Danza juntas. Desde entonces, su destino profesional ha estado ligado el uno al de la otra: más de 30 años juntas hasta el punto de que son  más amigas que compañeras de trabajo.

 

De generación en generación

 

A Pilar no le gusta hablar de ella sino de su trabajo. “Lo que más me gusta es que hemos crecido en Boadilla. El hecho de que algunas de las actuales profesoras que tenemos hayan sido alumnas nuestras, es algo que me llena de orgullo… ¿Verdad, Paki?”, pregunta a no sé quién. Pero se resuelve pronto la duda. Aparece tras el quicio de la puerta Paki, una profesora que sonríe mientras confirma lo que nos cuenta nuestra protagonista, ya que ella es una de esas exalumnas y hoy profesoras de la escuela.

 

“Al final –reconoce Pilar–, nuestra recompensa es ver la cara de satisfacción de las niñas, o la de sus madres viendo a sus hijas. Madres que hace unos años fueron también alumnas. O de sus abuelas, que trajeron a sus hijas y ahora traen a sus nietas…”, nos señala mientras intuyo la llegada de un nuevo miembro de esta gran familia a su pequeño despacho. Y no me equivoco. Ahora es un relámpago llamado María que entra y sale corriendo. Me da tiempo a preguntarle qué está aprendiendo a bailar ahora. “Danza del vientre, ¡adiós mamá!”. Es su hija pequeña. La mayor, Pilar como su madre, lleva también el baile en la sangre y forma parte del ballet de la escuela.

 

Pasión por la enseñanza

 

Como profesional, Pilar Domínguez es una mujer que no echa de menos nada de ese glamour y esplendor que dan los escenarios. Podría haber optado por ser alguien en el mundo del espectáculo, la danza española, disciplina en la que se ha especializado y por la que está titulada por el Conservatorio de Danza.

 

Bailó en el Ballet Flamenco de Madrid y viajó con ellos por todo el mundo. Ha actuado también en televisión con artistas de primer nivel... Para ella, suficiente. Porque lo principal es poder enseñar a bailar.

 

Ese gusanillo de salir al escenario se lo quita con su espectáculo de danza ecuestre Arte y pasión... Sueños a caballo, un trabajo a dúo, por una parte, del ballet creado con profesoras y alumnas de las escuela y, por  otra, con la Escuela de Equitación de los Hermanos Baena de Borox (Toledo). Juntos han recorrido distintas plazas de España y, como no podía ser menos, la de Boadilla del Monte. Aquí triunfó –¡y llenó la plaza, una vez más!–, el pasado 12 de octubre. Detrás de esa magia fruto de la fusión del arte ecuestre y el duende de la danza, hay horas de esfuerzo, ensayos...

 

El Ballet de Pilar Domínguez es habitual en la noche de San Juan, en la que desde hace más 20 años ponen el preludio al encendido de la hoguera con la interpretación de la Danza del fuego de Manuel de Falla; en las fiestas patronales, el Festival de Cortos de Boadilla, actos benéficos, exhibiciones...

 

Premio a toda una trayectoria y a su implicación por Boadilla

 

Durante todo este tiempo en Boadilla del Monte ha tenido sus sinsabores, aunque, reconoce, “han ganado las alegrías”. Entre los momentos buenos más recientes, el haber presentado el mes pasado aquí una vez más –y es la tercera– su espectáculo de danza ecuestre, “gracias al apoyo del Ayuntamiento”. Unas semanas antes, el pasado 6 de octubre, recibía el Premio Palacio del Infante, un galardón que entrega la Asociación Boadilla Activa (ABA) por primera vez y que reconoce a quienes se hayan destacado por su amor y trabajo en pro de Boadilla. Se muestra orgullosa de haberlo recibido, pero puntualiza acto seguido que, “aunque me lo hayan dado a mí, es un galardón compartido y que reconoce el trabajo colectivo y esfuerzo de todos estos años”.

 

Y por si eso no fuera suficiente, y para dar continuidad al espíritu creado en la escuela, acaba de fundar la Asociación Cultural Arte y Pasión con el objetivo de fomentar la cultura a través del baile. Seguro que lo consigue, porque si algo tienen las bailarinas en general –y Pilar, en particular– es la constancia.

 

Al final, como en El camarote de los hermanos Marx, son muchas las personas que acostumbran a ver el mismo objeto desde prismas diferentes. Eso es lo que ocurre con la escuela de Pilar, con la propia Pilar, con su asociación… Pero a diferencia de la película, aquí todos llegan a la misma conclusión: se sabe que Pilar, con su baile, te llena de felicidad.