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Tiempo de alergias

La llegada de la primavera viene asociada a la aparición de las alergias. Entre sus principales causantes, están el polen, el polvo o las caspa de los animales.

 

 

Este mes de marzo llega la primavera. Dejamos atrás el frío invierno, a la vez que aumentan las horas de luz y parece que el optimismo aflora. Pero también lo hacen –y muy a nuestro pesar– los molestos síntomas relacionados con los procesos alérgicos.  Asociamos la llegada de la primavera con la aparición de las alergias, término que utilizamos para englobar muchas afecciones, no sólo la alergia primaveral. 

 

Se considera que el riesgo que tiene la población general de hacerse alérgica es de alrededor de un 10-15%, jugando un papel importante tanto la genética como, cada vez más, los factores ambientales.

 

Nuestro sistema inmunitario actúa contra sustancias nocivas como bacterias, virus, etcétera. Pero a veces se produce una respuesta inmunitaria ante la presencia de sustancias inocuas para el organismo y que habitualmente son toleradas por este. Esta reacción exagerada se llama alergia, y las sustancias que la desencadenan son los alérgenos, que pueden ser inhalados, ingeridos, inyectados o puestos en contacto con la piel o mucosas.

 

Las más comunes


Los alérgenos comunes comprenden el polen, la caspa de animales y el polvo. Asimismo, son frecuentes las alergias a alimentos y medicamentos. De igual manera, las reacciones alérgicas pueden ser causadas por picaduras de insectos, joyas, cosméticos y otras sustancias.

 

Los síntomas


Los síntomas más característicos relacionados con los procesos alérgicos están en relación con el lugar de contacto de los alérgenos. Por un lado, la vía respiratoria en la que producen: desde picor nasal y estornudos, hablando en este caso de rinitis o llegando a producir los característicos pitos en relación al asma.

 

Por otro, cuando el alérgeno es un alimento o un medicamento y lo ingerimos o es inoculado por la  picadura de un insecto, las sustancias pasan a la sangre y son transportadas a la piel, donde localmente causa la formación de ronchas e hinchazón.

 

En los niños, las alergias más comunes son a los huevos, la leche, el mariscos (gambas, caracoles, almejas), las nueces o el trigo.

 

Los antishitamínicos


Los antihistamínicos son utilizados para aliviar o prevenir los síntomas de la rinitis alérgica (fiebre del heno) y otras alergias. Previenen los efectos de la histamina, una sustancia producida por el cuerpo durante la reacción alérgica.

 

 

Prevención

 
 

Pólenes

- Permanecer el mayor tiempo posible dentro de la casa durante los días de mayor concentración de pólenes y los días con viento.

- Mantener las ventanas cerradas por la noche.

- Disminuir las actividades al aire libre.

 

Ácaros del polvo

- Casa soleada, seca, bien ventilada.

- Evitar en el dormitorio el mobiliario y los enseres susceptibles de acumular polvo.

- Utilizar paños húmedos y aspirar la casa una vez a la semana.

 

Alimentos

- Evitar el alimento responsable, aunque cualquiera puede causar una reacción alérgica.

- Consultar las etiquetas de alimentos preparados.

 

 

Tratamiento

 

El tratamiento de la alergia radica, fundamentalmente, en evitar el contacto con la sustancia que las causan. 

 

En función de la localización de las molestias, el tratamiento es diferente:

 

 

- En la piel: aplicación de frío localmente. Si persiste la molestia y la afección está localizada, como en picaduras, usar vinagre o pomadas con corticoides.

 

- En caso de rinitis de origen alérgico, se usan de forma habitual los antihista-mínicos y los descongestionantes locales.

 

- Uso de inyecciones para las alergias: Inmunoterapia (vacunas). Consisten en la aplicación de dosis crecientes y a intervalos preestablecidos de la misma sustancia que produce la reacción alérgica en el paciente. Se trata de conseguir que el organismo se vuelva tolerante a este producto.