Mascotas

La atopia canina

Causante del 50 por ciento de los casos de dermatología canina, esta reacción de hipersensibilidad a los alérgenos del entorno es bastante común en perros. suele aparecer entre los 6 meses y los 6 años, y se controla con distintos tratamientos.

 

El principal causante de la atopía canina es el ácaro del polvo, que causa un cuadro no estacional (dura todo el año). También se incluyen las alergias al polen, césped, hierbas, insectos (suelen ser estacionales), y hasta la caspa humana. Igual que hay personas alérgicas a los animales, hay animales alérgicos a las personas. Hay un componente genético y razas predispuestas como los Golden Retriever, Shar-pei, Bulldog, Bóxer o Westy.

Los síntomas empiezan con enrojecimiento de la piel  y picor. Hay lamido, rascado y mordisqueo que afecta a las patas, flancos, ingles, axilas, cara y orejas. Puede observarse cambio de coloración del pelo por lamido constante. Es muy común la aparición de pioderma secundario por Staphilococcus. Asimismo, es frecuente la aparición de complicaciones por una levadura llamada Malassezia pachidermatis. Menos frecuentemente, provoca conjuntivitis y rinitis alérgica con bronquitis.

El diagnóstico, aparte de la historia clínica, se basa en la realización de pruebas alérgicas que, cada vez, son más fiables.

La atopia no se cura, sólo se controla. El prurito se trata con tratamientos tópicos y sistémicos. Desde hace muy poco tiempo existe una molécula para el control sistémico del picor, el oclacitinib (del que hablamos específicamente hace unos meses), que ha venido a revolucionar el control de este síntoma tan molesto (y sus terribles consecuencias).  También se usan corticoides, ciclosporina, ácidos grasos administrados oralmente...

Entre los tratamientos tópicos, destacamos los complementos de ácidos grasos esenciales y el empleo de los champús y acondicionadores específicos que, aplicados cada 2-7 días, pueden ser muy beneficiosos. Las infecciones secundarias se tratan con antibióticos. También es importante llevar a cabo un control de pulgas e intentar determinar si existen alergias alimentarias que compliquen el cuadro y el tratamiento.

Del mismo modo, se realizan tratamientos con vacunas específicas individuales para el paciente. Estas vacunas tienen cada vez más eficacia y permiten obtener muy buenos resultados en el tratamiento de la alergia.