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La artrosis: sus causas y cómo tratarla

La artrosis es una enfermedad que se caracteriza por el desgaste de las superficies cartilaginosas –elemento protector del hueso para facilitar el movimiento– de una o más articulaciones del organismo.

 

Ese desgaste provoca que, finalmente, se produzcan roces anómalos de hueso contra hueso, desencadenando los síntomas de la patología. Esos roces anormales son muy dolorosos y causan inflamación en la articulación a la vez que, poco a poco, van formando espículas (a modo de “dientes”) en las superficies de la articulación, que en origen deben ser lisas para que no exista dificultad en el movimiento.

 

La artrosis puede tener varias causas. Así, llamamos causas primarias a aquellas que se producen de modo espontáneo, generalmente de origen genético. Las secundarias son aquellas en las que sí que podemos identificar una causa concreta, como traumatismos o conformaciones anormales de la articulación afectada. Sucede en los casos de displasia de cadera y/o codo, subluxación de rótula o animales con ángulos articulares anormales (bulldog inglés, teckel…)

 

Diagnóstico

 

El diagnóstico de esta patología se confirma mediante estudio radiológico de la articulación afectada. Debemos prestar atención a las cojeras de nuestros animales, sobre todo si tienen un patrón intermitente de aparición y no hay una causa clara para la misma, como un golpe justo antes de empezar a cojear. En determinadas razas predispuestas a la displasia de cadera (golden retriever, labrador, pastor alemán…) se aconseja no esperar a que puedan apreciarse cojeras para hacer radiografías y determinar si ya hay alteraciones.

 

Tratamiento

 

El tratamiento es paliativo, pues no existe tratamiento médico curativo: lo que se intenta es que la artrosis avance del modo más lento posible. Se emplean condroprotectores, fármacos que contribuyen a reponer el cartílago que se ha perdido. El ritmo de destrucción siempre será más rápido que el de reposición pero, al menos, frenaremos el avance de la artrosis.

 

Se suelen emplear de por vida o en ciclos de tratamiento largos, de tres meses, dos o tres veces al año. Por otro lado, cuando los síntomas de dolor y cojera son especialmente evidentes, se administran fármacos antiinflamatorios. Estos, en casos avanzados, pueden ser necesarios de por vida. En casos muy severos y avanzados se puede recurrir a analgésicos más potentes (opioides) e incluso a la cirugía para implantar una prótesis o hacer una artrodesis (fijar la articulación en una posición fisiológica sin que se pueda volver a mover).

 

La solución quirúrgica se contempla como alternativa final por su elevado coste, por las molestias que acarrea para el animal y porque no siempre es una solución viable. Podemos tratar de prevenir la aparición de la artrosis dando a nuestro animal piensos de muy buena calidad, equilibrados y con aditivos que ayudan a la conservación del cartílago articular, así como proporcionándoles niveles de actividad adecuados que permitan el fortalecimiento de sus musculatura y la funcionalidad de sus articulaciones.