Mascotas

Cómo colaborar con una protectora

Con el comienzo del año todos nos hacemos nuevos y buenos propósitos. ¿Has pensado que uno de ellos sea echar una mano en una protectora de animales? Por desgracia, son muchos los perros abandonados y maltratados y toda ayuda es poca.

 

Las protectoras de animales juegan un papel fundamental a la hora de atender a todos esos perros que se siguen abandonando en un contenedor de basura o abriendo la puerta del coche.

Lo que mucha gente no sabe es que la mayoría de ellas no cuentan con ningún tipo de subvención y los gastos son elevadísimos: atención veterinaria, medicamentos, operaciones, comida, educadores para tratar de curar las secuelas del maltrato... y, por supuesto, el alquiler del terreno donde se ubica el albergue o residencia.

Por lo tanto, la colaboración económica es una de las mejores formas de ayudar a estas asociaciones. Puede ser anual, trimestral o mensual, desde cantidades pequeñas a través de Teaming, una herramienta online que recauda fondos para causas sociales a través de micro donaciones de 1 euro al mes, hasta hacerte socio de la entidad o apadrinar uno o varios animales.

ConstanciaPor supuesto, acudir personalmente a un albergue o ser casa de acogida también juegan un papel fundamental a la hora de atender a estos animales. En cualquiera de los dos casos son muy importantes la constancia y la dedicación.

El voluntariado puede variar según los albergues, pero las labores más habituales son pasearles, jugar con ellos, darles cariño y ayudarles a recuperar su confianza.

Las casas de acogida son aquellas que dan cobijo a un animal de manera temporal mientras se le busca un hogar definitivo. En este caso, se suele dar preferencia a cachorros, perros ancianos o enfermos que necesitan cuidados especiales para poder salir adelante.

La protectora Adóptalo. com-Madrid, por ejemplo, nos explica que la asociación se encarga de todos los costes veterinarios y de manutención del animal; y la casa de acogida de atenderlo y cuidarlo con todo el cariño del mundo mientras dure la convivencia. De este modo, se salvan dos vidas, no solo una: la del animal acogido y la del perro que puede ocupar el hueco que deja libre en el albergue.

 

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