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Comienza la lucha contra resfriados y catarros

Llega el otoño y los resfriados y catarros propios de estas fechas. ¿Cómo podemos evitar que afecten a nuestros hijos lo menos posible? Y en tal caso ¿cómo hacer que les sea más llevadero?

 

Llega el otoño y viene acompañado de los típicos resfriados que dejan a nuestros hijos exhaustos y maltrechos. ¿Cómo podemos evitarlo? Y en el caso de que les afecte, ¿cómo hacer que los niños lo pasen lo mejor posible? Es lo que vamos a tratar en esta ocasión.


Los niños tienen un sistema inmune inmaduro. Es decir, no tiene memoria para combatir la infinidad de virus existente a nuestro alrededor. Al comenzar la escolarización, también aumenta la convivencia con otros niños que pueden trasmitirles los virus. Los resfriados, en definitiva, son la forma más natural para que el niño adquiera sus defensas contra distintos virus, a los que estará expuesto el resto de su vida.


El resfriado (o catarro)


Es una infección benigna de origen vírico de las vías respiratorias altas que afecta a la nariz, senos nasales y garganta. Los niños pueden padecer esta enfermedad hasta 14 veces al año, sobre todo durante el invierno y si van a la guardería. Existe una gran variedad de estos virus (más de 200) que pueden propagarse fácilmente a través de las gotitas expelidas al toser, estornudar, reirse, hablar o al tocar algo impregnado por el virus.


Los síntomas


Los síntomas habituales que pueden aparecer: estornudos, nariz congestionada, goteo nasal (moqueo fluido en los primeros días que, al cabo de unos días, se espesa y puede adquirir un color verde o amarillento), irritación de garganta, tos seca (que es una defensa natural para limpiar las vías respiratorias), ligera fatiga y fibre baja.


Cómo se cura


La curación del resfriado se produce de forma espontánea a los 3-4 días de haberse presentado los síntomas en el niño/a.


Los virus no se eliminan con antibióticos. Los antibióticos sólo destruyen bacterias. Una utilización inapropiada y abusiva de los mismos sólo sirve para crear una resistencia de dichas bacterias a los antibióticos. La no eliminación de dichas bacterias les da unas características que pueden llegar a provocar enfermedades graves y hasta ser letales.


Minimizar las molestias


Podemos cuidar a nuestros hijos cuando estén resfriados, intentado minimizar las moletias de los síntomas derivados de un refriado o catarro de la siguiente manera.


Bebés. Por lo general la congestión nasal les dificultan comer y beber, pues suelen respirar por la nariz. Esto les pone irritables e inquietos. Se recomienda aumentar moderadamente la humedad de la habitación (no superior al 50%), pues el aire seco puede disminuir la resistencia a la infección.


Niños. Levante la cabecera de la cama para prevenir que se acumule moco mientras duerme.


Para todos:
 
-  Manténgalo hidratado.

-  Son útiles los lavados nasales con suero fisiológico o preparados específicos.

-  La fiebre puede tratarse con antitérmicos (paracetamol, ibuprofeno)

-  La tos sólo debe tratarse si provoca vómitos, impide el descanso nocturno o la alimentación.


Cómo prevenirlos

 

La prevención de los resfriados en los niños es complicada, pues es inevitable el contacto físico entre ellos cuando van a la guadería o el colegio. Aún así, podemos tener presentes los siguientes consejos:

- Lavarle las manos frecuentemente.

- Evitar que se toque la nariz y los ojos.

- Evitar que comparta alimentos, bebidas o toallas.

- Enseñarle a que se cubra la boca con el antebrazo cuando estornude o tosa.

- Enseñarles a utilizar pañuelos de papel y tirarlos después.

- Evite exponer a los niños a corrientes de aire o cambios bruscos de temperatura.

- Evite que se acerquen a personas que estén fumando.

- Ventile su casa.

- No les abrigue demasiado.

 

Ir al colegio no empeorará el refriado de nuestro hijo o hija, pero sí puede contagiar al resto de sus compañeros. Por ello, es recomendable que reduzca durante esos días sus actividades en este sentido hasta que se encuentre un poco mejor.

 

Signos de alarma

 

Ante un catarro, estos son los síntomas que debemos observar y que nos obligan a llevar a nuestro hijo/a a un centro sanitario para que reciba la atención médica adecuada:

- Decaimiento.

- Irritabilidad.

- No mejora después de 48 horas.

- Dolor o supuración de oídos.

- Aumenta su dificultad para respirar.

- Come poco o se cansa con facilidad al comer.

- Es un bebé de 6 meses o menor, y tiene más de 38ºC de fiebre.

- Es mayor de 6 meses y lleva más de 3 días con 38ºC de fiebre o le reaparece después de 24 horas.

- Bebe menos líquido de lo habitual.

- No disminuye la tos pasados los días, o ésta se vuelve más intensa.