Reportaje

Una mañana con Jaime Salinas

Dos alumnos del Instituto Arquitecto Ventura Rodríguez de Boadilla del Monte han estado con el editor Jaime Salinas. Esto es lo que hablaron con el hijo del celebre poeta de la generación del 27, Pedro Salinas.

 

Llegamos a las doce de la mañana, acompañados de nuestro profesor de Lengua, Antonio Díaz Blázquez, a una antigua casa. Sobre la fachada del edificio, una placa que dice: “Aquí vivió el poeta Pedro Salinas durante su juventud”. Distintivo que,  según nos comenta, más tarde, su hijo, Jaime Salinas, lo colocó el Ayuntamiento de Madrid sin contar con él. La casa fue realmente de sus abuelos. Su ático está decorado con un estilo años setenta y está lleno de símbolos de paz y contra la guerra, reflejo del espíritu pacifista que tiene don Jaime. Es un espacio amplio, lleno de luz. Es su nido de vida y de recuerdos.

Nos sentamos en el sillón con un hombre sencillo, agradable de trato... “¿De quién queréis que os hable de mi padre o de mí?”, nos espetó con una voz firme.      Nosotros habíamos ido a hablar de él, de su vida, llena de vivencias, de trabajos y de aventuras: en España, EEUU, Puerto Rico, Francia, Islandia.  Una vida  muy ajetreada. “Sí, realmente, mi vida ha sido muy intensa; me he visto siempre como un extranjero, sin identidad, desarraigado. Nací en Argelia, a los pocos meses mis padres se trasladaron a España. Tras una breve estancia en Sevilla pasamos a vivir en Madrid. Estudié en la Escuela Internacional y me examinaba en el Instituto”.

No disfrutó de la intimidad de su padre, “sólo en algunos años de mi niñez que me llevaba al cine”.  Su madre, Margarita Bonmatí, era quien estaba más pendiente de su formación y de su evolución como persona, comenta con un cierto gesto de reproche.

Los amigos de su padre

Le preguntamos sobre sus recuerdos con los poetas del círculo de su padre, Pedro Salinas: Lorca, Jorge Guillén, Luis Cernuda, Juan Ramón Jiménez. “Yo los veía y me relacionada con ellos como amigos de mi padre, sin más. Lorca era muy simpático, muy cercano a los niños, jugaba con mi hermana Solita y conmigo. Cuando me enteré de su asesinato, yo tenía doce años, fue un golpe muy doloroso que me marcó en mi vida”.

A continuación nos habla de la simpatía de Luis Cernuda, de las manías de Juan Ramón Jiménez y de su propio padre, que tenía prohibido comprar Coca-Cola en casa. “Yo no podía invitar a mis amigos americanos  a ir a mi casa. ¡Si no había Coca-Cola, no había fiesta! ¡Menudo son los americanos!”

El exilio

A Jaime Salinas le sorprendió la Guerra Civil Española en Santander. Su padre era el director de la Universidad de Verano y tuvieron que salir desde allí al exilio. Este hecho no le produjo ningún trauma especial, quizá inconsciente de su gravedad. La propuesta de su padre de salir de Santander la consideró como un viaje más, a lo que ya estaba acostumbrado. “¡Me divertía mucho viajar en barco!” Su padre se fue a EEUU; y él, junto con su hermana y su madre, a Argelia.

En breve se traslada a Estados Unidos, donde estudia en la Universidad de Baltimore. Descontento su padre del nivel de estudios, lo traslada a su universidad. Durante estos años hizo muchos amigos y ahora lamentaba mucho el haber perdido el contacto con ellos.

“¿Por dónde iba?”, pregunta.  “Sí, me instalé en París para estudiar Cinematografía, pero debido a la influencia de ciertos amigos, no hice la carrera ¡Cuánto he sufrido por ello!!” Ocasión que aprovechó para inculcarnos de la importancia del dominio de los idiomas: “Yo hablaba con mi madre en francés, con mi padre en español y un día llegué a  mi casa, estando en EEUU, y dije a mi madre ¡ya hablo inglés, mamá!”. “Los idiomas  son tan importantes como el viajar por todo el mundo y enriquecernos de las distintas culturas y costumbres”, añade.

Cómo se convirtió en editor

“Os tengo que decir que llegué a editor por casualidad, no tenía conocimiento alguno de la profesión. El dominio de tres idiomas fue el motivo por el que un ingeniero me eligiese para trabajar con él en la organización de imprentas. Más tarde, al descubrir que yo era hijo del poeta Pedro Salinas, me incorporaron de lleno a las tareas editoriales de Seix Barral”.

 

“Yo no he desempeñado como editor una labor de tipo intelectual; era un publisher, me encargaba de la organización de la estructuración de los programas, de las relaciones públicas...”

 

Cuando pensábamos que ya había terminado un agradable encuentro, se nos ocurrió preguntarle por qué no se iba a vivir a EEUU. Muy apesadumbrado y abatido nos contestó: “No iría aunque me regalasen la casa. El país de la libertad se ha convertido, con ese presidente, en el país del control con la excusa del terrorismo. Esperemos que esto cambie con las próximas elecciones”.

 

Jaime Salinas es un hombre sencillo que irradia simpatía y amabilidad. Por cierto, nos dejó una fotografía de su padre, de joven, inédita, un poco deteriorada. “La tengo mucho cariño, ¡no me la perdáis, por favor!” Él sabe que se la devolveremos. Los profesores de Lengua del IES Arquitecto Ventura Rodríguez van a restaurar la imagen, la  enmarcarán y se expondrá  en el Departamento de Lengua. 

 

Si queréis conocer más detalles de la vida y de la familia de Jaime Salinas, no dejéis de leer su libro Travesías. Memorias. (1925-1955), de la Editorial Tusquets.Don Jaime, gracias por su amabilidad y ricas vivencias. ¡Usted es un gran maestro de la vida!

 

 

Entrevista realizada por:Carmen González Agrelo y José L. Sámano Nadal,  alumnos de 2º de Bachillerato del IES Arquitecto Ventura Rodríguez de Boadilla del Monte.