Reportaje

Un histórico del motociclismo español

Sergio Gadea (37 años, Valencia) es todo un referente del motociclismo español. Entre 2003 y 2013 su gran nivel encima de la moto le permitió codearse con los mejores del mundo en la ya extinta categoría de 125cc y en Moto2. Tras numerosos podios y algunos primeros puestos en circuitos como Le Mans o Qatar, ahora tiene otros proyectos que le han llevado a vivir en Boadilla. Pero su pasión por las motos sigue intacta.

 

¿Cómo empezaste en el mundo del motociclismo?Yo empecé con 16 años, bastante tarde para este mundo. Siempre me han gustado las motos y quise pilotar, pero en el cole no me iban bien las cosas y me costó convencer a mi madre. Pero finalmente lo conseguí. Comencé a pilotar y en las primeras carreras ya conseguí entrar en los primeros puestos. Tiempo después pasé al campeonato de España donde estuve dos años. El primero por libre y el segundo con el equipo Aspar.

El equipo me puso como condición que si acababa la temporada entre los tres primeros podría competir con ellos en el mundial. Al final acabé segundo y estuve ocho años corriendo en la élite.

Tu primer gran logro en la élite es ese podio de 125cc en el GP de Francia en 2005. ¿Qué recuerdos tienes de aquello?

Veníamos de una situación complicada, porque ese año Aprilia, que era el fabricante de motos, montó suspensiones nuevas y siempre que quería ir rápido, me caía. Me acuerdo que en China, por ejemplo, estuve entre los últimos puestos. Yo no entendía nada, pero gracias a mi técnico, que hizo unas modificaciones en la suspensión, tuve un cambio radical y pasé de terminar último a quedar segundo en mi primer gran podio.

En 2010 subes a Moto2 pero poco tiempo después vuelves a 125cc, ¿qué pasó para que no te terminaras de adaptar bien a esta categoría?

Fue un año extraño y los resultados no fueron los esperados. Fui el mejor novato de ese año. En los años siguientes, grandes pilotos como Nico Terol o Pol Espargaró, no consiguieron mis resultados.

El problema vino a final de temporada, que pegamos un bajón porque competíamos contra cuatro campeones del mundo desarrollando una moto y yo la tenía que desarrollar solo. Y contra eso, no se puede hacer nada.

Después de pilotar en la élite, ¿a qué te dedicaste? Me centré en hacer otros deportes, como paracaidismo, en viajar… y conocí a mi mujer de entonces. Tuve un hijo y acabé en Madrid viviendo. Luego, por cosas de la vida, a través de un amigo me volvió a entrar el gusanillo de las motos, me gustaba enseñar y recién había nacido mi hijo.

Así que en 2019 decidí abrir una escuela de pilotaje (Gadea 33 School) para enseñar a los más pequeños lo que sé sobre motociclismo e intentar ayudar a los demás. Lo difícil de ese proyecto era conseguir un lugar donde entrenar en Madrid. Y después de algún tiempo, conseguimos el circuito del Jarama. La escuela ha ido creciendo.

Estar en un circuito de tanto renombre como el Jarama hace que sea un proyecto de largo plazo. Al final es difícil que muchos quieran apostar por esto, porque yo entreno a niños pequeños y la gente quiere resultados enseguida.

Es complicado que un niño empiece con cinco años y tenga la regularidad para llegar de adulto a un mundial. Pero esto es lo que me apasiona y creo que tengo las herramientas para llevarlo a cabo.

¿Cuándo y por qué elegiste Boadilla para vivir?

Como ya te digo, vine a vivir a Madrid porque mi exmujer era de aquí, pero no directamente a Boadilla. Monté un restaurante en Las Rosas, cerca del Cívitas Metropolitano, pero con la pandemia lo tuvimos que traspasar.

Ya cuando monté la escuela me vine a Boadilla porque tengo algunos amigos como los hermanos Nieto, que son por los que conozco el municipio. Y me quedé porque me encanta la vegetación, la cercanía con la sierra, con Madrid, la M-50… todo. No tengo nada malo que decir de Boadilla. Espero quedarme aquí para siempre porque en Madrid no conozco nada igual.