Reportaje

Lucero Tena: La primera concertista de castañuelas del mundo

Lucero Tena ha recorrido todos los continentes, ha sido dirigida por los mejores directores de orquesta y tocado con los mejores músicos de clásico del mundo. Desde que empezó a tocar las castañuelas, ha querido hacer de ellas un instrumento solista, algo que ha conseguido gracias a su virtuosismo, su vitalidad y su energía lo que provoca que, aún hoy, a sus 76 años, siga recorriendo el mundo con su arte.

 

La vida de Lucero Tena comienza en México (1938), donde desde muy pequeña se entrega al baile como método de recuperación de la fiebre de malta, ya que el médico le indico que debía hacer mucho ejercicio. Su salto a la fama se debió a la gran bailaora Carmen Amaya, que la metió en su grupo de baile y gracias a ella comenzó a recorrer mundo. 

 

El baile y su dominio de las castañuelas siempre han ido de la mano. Se vino a España con 19 años y se unió a un cuadro fl amenco en el Corral de la Morería, donde permaneció actuando muchos años.

 

Posteriormente se dio cuenta de que las castañuelas no podían quedar confinadas a ser meramente un instrumento de acompañamiento y se propuso convertirlas en un instrumento solista.

 

Lucero Tena ha impreso un estilo personal inconfundible en la interpretación de las castañuelas y se ha distinguido por su promoción de las mismas y su incorporación a las grandes salas de concierto.

 

Como concertista ha actuado en los cinco continentes dirigida por directores de la talla de Lorin Maazel, Mstislav, Rostropovich(uno de los mejores violonchelistas del mundo), Rafael Frauhbeck de Burgos, Jesús López Cobos, García Navarro, Franz-Paul Decker...

 

Además de sus recitales, acompañada con guitarra clásica o piano, Lucero Tena, ha actuado como solista de prestigiosas orquestas, entre otras la Filarmónica de Londres, la Sinfónica de Hamburgo, la Sinfónica de Jerusalén o la Orquesta Nacional de España.

 

Aunque el número de actuaciones haya descendido debido a su edad y que ella está también un poco cansada, sigue impresionándonos de cuando en cuando –merece la pena verla en directo o en los videos de sus conciertos que hay en Youtube– y tiene entre manos varios proyectos en distintos países. Fue vecina de Boadilla durante casi 30 años.

 

¿Qué sintió la primera vez que salió a un escenario? Pues mucho miedo, salí con mucho miedo [risas]. Bueno, siempre tuve bastante temple con el miedo, porque creo que muchas veces el miedo te ayuda. Pero si tú no dominas ese miedo, en todas las cosas de la vida, y ese miedo tú no lo frenas, no sales adelante. Ese fue uno de los consejos que me daba Carmen mi maestra: “Siempre tendrás nervios y ellos traicionan, pero si tú dominas esos nervios y pones por encima de eso tu seguridad y disfrutas de lo que haces, sales adelante”.

 

Comenzó a bailar con cuatro años, ¿y las castañuelas? También desde muy pequeña pero como acompañamiento a los bailes. Aprendí todo tipo de bailes sin dejar de lado las castañuelas, pero en el que más las usé fue en el flamenco en el que Carmen, mi profesora siempre me decía: “Recuerda que el flamenco siempre lo podrás ver teatralizado, pero el auténtico flamenco no lleva castañuelas”, ella lo introdujo y yo lo continúe, “el auténtico flamenco es la trilogía: el cante, el baile y la guitarra”. El que sabe de verdad los ritmos del flamenco puede bailar con un guitarrista y un cantaor que no conozcas de nada.

 

¿Y cuándo empezó a dedicarse de lleno a las castañuelas como instrumento solista? Tuve que regresar a México ya que mi padre tenía una enfermedad de la columna, y ahí se me ocurrió que las castañuelas, independientemente de ser el acompañamiento principal de la bailarina española, podían ser todavía más; un instrumento solista.

 

Y ahí fue donde tuve la idea de no solamente bailar con las castañuelas sino darles la importancia que se merecen. Tuve esas tres facetas con las que me presente en el Teatro de la Zarzuela: como concertista de castañuelas, como bailarina, que ahí entra el baile clásico español, y la bailaora, que es únicamente de flamenco.

 

Ahí tuve mucho éxito con las castañuelas porque hacia algo muy diferente con ese pequeño instrumento, no solamente tocando a los músicos españoles sino también el barroco italiano como Vivaldi.

 

Entonces sorprendía mucho que a dos trocitos de madera con dos únicos sonidos, el grave y el agudo, se les pudiera sacar tanto matiz.

 

¿Le fue difícil aprender a tocarlas? Siempre desde niña había tenido facilidad para ello más allá de que fuera algo obligatoria para los bailes. Me habían gustado y tome clases.

 

¿Cambia mucho la manera de tocarlas cuando se baila respecto a un concierto? Sí porque en el baile es simplemente acompañamiento, mientras que como instrumento solista te tienes que dedicar plenamente a ello, implica mucho más estudio...

 

¿Qué obra le ha gustado más representar? Sí, la opera La vida breve, de Manuel de Falla. Se hizo en versión concierto –no hay decorados, no hay escenificación– con diez solistas y yo bailando las dos danzas. La he representado así 125 veces en el mundo en diferentes países: Nueva Zelanda, Australia, Estados Unidos, Francia...

 

¿Por qué dejó la danza? De eso hace por lo menos veinte años... Y para mí fue el momento indicado. Lo hice muy bien aconsejada porque me dijeron: si dejas ahora la danza dirán, que lástima que lo deje ahora en su mejor momento. Así que me lo planteé y preferí eso que no luego tener que oír ‘que lástima que lo dejo porque ya no tiene las facultades que tenía’.

 

Hay que saber retirarse a tiempo. Hice bien. Me costo, lo pase mal, para que mentir, pero por otro lado me ayudo el seguir con las castañuelas. Un instrumento que seguiré tocando mientras pueda trabajar con mis manos y tenga ganas. Porque yo estudio diariamente en mi casa porque me gusta, para mi propia satisfacción.

 

¿Es consciente de lo que ha logrado con este instrumento? He conseguido que directores de la talla de Rostropovich me dirijan y compongan obras para mi instrumento. Yo lo que he hecho, independientemente de elevar la castañuela al grado de instrumento solista con música no escrita para castañuela, ha sido adaptar mis castañuelas a ciertas partes de obras que originalmente no tenían castañuelas. Pero siempre siguiendo las normas del compositor y de la música.

 

Tengo la satisfacción de haber hecho algo que no se había hecho hasta ese momento y de que en todo el mundo se me reconozca como la persona que ha elevado las castañuelas –un instrumento que el público relaciona directamente con el flamenco– a un instrumento solista. Estoy muy contenta por todo lo que he logrado.

 

Y de todos aquellos lugares en los que ha tocado ¿con cuál se queda? Hay muchos, pero hay un lugar que quiero mucho que es Italia. El cariño de la gente, la acústica, las ciudades... Todo.

 

Otro sitio que destacaría sería Rusia. Recuerdo que me presente allí, en la entonces Unión Soviética... Fui una de las pocas artistas españolas que actúo allí.

 

Destacar también la gira que realice por China hace muchos años con Radio Televisión Española. Una experiencia inolvidable.

 

Y aún sigue actuando... Sí. Colaboro habitualmente con la ONG Voces para la paz (www.vocesparalapaz.com). Esta organización reúne periódicamente a solistas y músicos de diferentes orquestas para ofrecer conciertos solidarios –no cobramos y el dinero recaudado por las entradas va directamente a los proyectos de la ONG–.

 

Desde 2005 hemos hecho varios conciertos. Curiosamente, a través de un video colgado en YouTube de uno de esos conciertos en los que participé, se pusieron en contacto con mi representante para que actuara el año pasado en el festival La Folle Journée, celebrado en Nantes, Francia. El festival se ha trasladado posteriormente a otros países como Tokio o Polonia...

 

También a través de Youtube inauguré en Berlín la orquesta de cámara en la sala pequeña. Este año voy a Tokio otra vez del 1 al 6 de mayo. Para mi edad, desde luego que todo ello es gratificante. Puedo asegurarte que lo disfruto enormemente y me siento como si estuviera viviendo una segunda juventud.

 

De sus tres facetas, concertista, bailarina y bailaora, ¿cómo le gustaría ser recordada? Sin lugar a duda, como concertista de castañuelas. No quiere decir que no me guste ser recordada como bailarina, porque de ahí vino mi afición a las castañuelas, pero preferiría que se me recordase más por el cambio que logre siendo concertista de castañuelas.

 

¿Cuánto tiempo estuvo viviendo en Boadilla? Estuve viviendo aquí unos 27 años. Unos amigos me recomendaron el lugar y casi me compraron la parcela [risas] en la urbanización Las Lomas. Me gustó mucho el sitio, donde estaba situada la parcela, todo.

 

Recuerdo como anécdota que el alcalde de entonces –Aquiles Aparicio– decidió ponerle a las calles nombres de valles. Yo estaba haciendo mi casa y como por aquel entonces gozaba de mucha popularidad, decidieron darle a mi calle el nombre de Valle de Tena, un valle que hay en la provincia de Huesca. Fue un detalle muy bonito. No veas luego en las tarjetas de visita... Lucero Tena que vive en la calle Valle de Tena... [se ríe]. A mis amigos les llamaba mucho la atención.

 

Tengo muy buenos recuerdos de Boadilla. Una casa que disfrute muchísimo. Es una lugar muy tranquilo y cómodo para vivir.

 

Actualmente Lucero vive en Madrid en el barrio de Salamanca. Hace años que decidió cambiar el chalet de Las Lomas, en el que vivió gran parte de su vida y tenía su estudio, por un piso en el centro de Madrid. Las comodidades de una casa más pequeña, el estar más cerca de la familia y en un sitio en el que no depende tanto del coche la llevaron a tomar esa decisión.