Reportaje

Hugo Silva: un actor con fundamento

Series como "Al Salir de Clase" o "Los Hombres de Paco" lo lanzaron a la fama. El actor madrileño, que reside a mitad de camino entre Madrid y Boadilla, un lugar que le gusta por su tranquilidad, prepara actualmente una miniserie para Telecinco y acaba de rodar su propio corto, trabajo que podremos ver tras el verano. Con él volvemos al palacio del Infante don Luis, un edificio que conoce muy bien pues ahí estuvo trabajando, a las órdenes del director Alex de la Iglesia, en Las Brujas de Zugarramurdi.

 

Es sábado a mediodía. Hemos quedado con el actor Hugo Silva en el Palacio del Infante don Luis, un edificio que conoce muy bien pues fue escenario de obras que ha protagonizado, como un capítulo de la serie Los Hombres de Paco y la última película de Alex de la Iglesia, Las Brujas de Zugarramurdi.

Hoy, 10 de mayo, el actor madrileño está de cumpleaños: celebra su 37 aniversario. Es el único día en el que ha encontrado un hueco en su apretada agenda para hablar con nosotros. Está preparando una miniserie para Telecinco y lleva toda la semana con los Boinas verdes del ejercito documentándose para realizar ese trabajo: “Corriendo, saltando, arrastrándonos por el suelo...” Tras la entrevista y las fotos, le espera toda su familia en casa para celebrarlo “con un arroz con carabineros y gazpacho que ha hecho mi madre”.

En el palacio, no queda rastro de los decorados de la película de Álex de la Iglesia. Le sorprende el aspecto que lucen ahora los salones y pasillos completamente vacíos. El edificio está de obras: los andamios pueblan la fachada sur dentro de las labores de rehabilitación que, con una inversión inicial de casi cinco millones de euros, está realizando el Ayuntamiento de Boadilla para devolverle poco a poco su esplendor.

Recuerda cómo le impresionó el edificio la primera vez que lo pisó. “Es brutal... pese al frío que hace –apunta con razón–, que es más dentro que fuera. Huele a chimenea y es muy bonito, pero es una nevera. De hecho, ahora hace fresco”, cuenta mientras recorremos el edicifio.

El actor madrileño –se crió en el barrio de San Blas, aunque su familia procede del sur: “mitad sevillana, gaditana, portuguesa… era una familia errante, hasta que llegaron a Madrid”– vive desde hace tres años a mitad de camino entre Boadilla, donde residen sus hijos y su madre, y Madrid, “donde mantengo mi piso en el centro. Me gusta estar en el cogollo, ver cosas... ”

Sobre Boadilla, considera que es “un sitio espectacular. Corro mucho por el campo, me cojo el TRX y me voy a un sito tranquilo, cojo la bici... Me gusta lo tranquilo que es, la atmósfera de pueblo, pero esta sorprendentemente cerca de Madrid ciudad. En cuanto atraviesas el monte, ya ves el skyline madrileño, las torres… Me gusta. Boadilla del Monte está muy bien situado. También es un lugar en el que mi familia está a gusto, que es lo que íbamos buscando”. Muestra también su admiración por los colegios del municipio y, en concreto, por las escuelas infantiles. “Veo muchas ganas de formar y trabajar con los enanos. Y eso también me gusta mucho”.

Además de la serie para Telecinco, está a punto de terminar su propio corto y nos revela que va a hacer una película con el director Enrique Urbizu “que va a dar muchas sorpresas”.

 

¿Cómo te iniciaste en el mundo de la interpretación? Bueno, realmente desde pequeño. Recuerdo que mi madre estaba en una compañía amateur por medio de un sindicato de la empresa en la que trabajaba. También bailaba –de ahí su afición al baile: “incluso teníamos un espejo en el salón”–. Yo ya entonces jugaba a subirme al escenario, a hacer los cambios. No sabía que quería ser actor, pero veía las películas y soñaba con ser el personaje. Pero en serio en serio, me lo planteé a los veintiún años. Dejé mi trabajo como electricista y me puse a estudiar interpretación a la vez que trabajaba por la noche para poderme pagar los estudios. Tras prepararme en varios talleres de interpretación, entré en la RESAD (Real Escuela de Arte Dramático). Estuve un año porque empezó a salirme trabajo y no lo podía compaginar.

“A los 21 años dejé mi trabajo como electricista y me puse a estudiar interpretación“

Estando en la RESAD, hizo cástings para publicidad sin éxito. Le fue mejor en la primera prueba que hizo para una serie de televisión –El Comisario– porque le cogieron. A partir de ahí, con la directora de cásting Carmen Utrilla, “que confió en mí, empezaron a darme trabajo”. Un personaje secundario inicial en Al salir de clase, le volvieron a llamar para El Comisario –“ahí me han matado tres veces”, comenta divertido–, vuelta otra vez a Al salir de clase... Desde entonces, casi no ha tenido respiro.

¿Qué es lo que te más te gusta de tu profesión? Principalmente el proceso de creación de búsqueda del personaje y la ejecución posterior. Es como que mi cabeza está todo el rato buscando cosas relacionadas con el personaje. Y luego está esa otra parte a la hora de rodar, en la que vas con todo el trabajo hecho y esa seguridad que te da tenerlo preparado, pero de repente hay que cambiar de localización, falta algo de última hora, hay que solucionar un problema, improvisar, resolver sobre la marcha... No sabes qué te vas a encontrar en el set.

¿Y lo peor? ¿quizá la fama? No. Es incómoda, pero te acostumbras. Quizá las promociones, que te pasas contando lo mismo treinta veces al día. Pero lo cierto es que son necesarias: el 75 o 80% de probabilidades de éxito de una película es la promoción. Así que hay que estar muy en contacto con la prensa y hay que facilitarles las cosas, porque si no, no hacemos nada.

Has trabajado con los mejores directores del país, como Almodovar, Álex de la Iglesia, ¿algún sueño por cumplir? Sí me quedan sueños por cumplir. Os voy a dar una primicia, y es que voy a trabajar con Enrique Urbizu, otro de los grandísimos directores. Será una peli muy de su estilo, que va a suponer un punto de inflexión en su cinematografía y que va a dar muchas sorpresas. Lo bueno de este trabajo es eso, las sorpresas que muchas veces te encuentras. Así, directores que no conoces o no sabes cómo trabajan, como me paso con Vicente Villanueva, acaban sorprendiéndote. Con Vicente Villanueva, con quien rodé Lo contrario al amor, encontré una persona con una lectura y visión de la vida super interesante.

Has estado recientemente en Estados Unidos formándote, aprovechando un parón en tu trabajo, y viajando por distintos países. ¿Está entre tus planes hacer algo al otro lado del océano? Me gustaría mucho trabajar en otros países, como EEUU, Francia, India, sobre todo por conocer otras industrias, otra gente, algo que ya he hecho en Colombia, México. El mercado latino, con el que yo creo que España debería conectarse más, es el más grande. Sí me gustaría cruzar el charco, el Atlántico, el Índico… el que fuera, porque me gusta trabajar y ver cómo trabaja otra gente. ¿Vivir allí? No sé porque me considero bastante mediterráneo. Me gusta dar paseos, tomarme mis cañas tranquilamente con los amigos... En Los Angeles, donde también hay lugares impresionantes y de ensueño, la gente no pasea. Me podría ir a vivir, a rodar una temporada, pero instalarme definitivamente, creo que no. Aunque nunca se sabe.

Estas terminando de rodar tu propio corto. ¿Tu futuro puede venir del lado de la dirección? En realidad estoy haciendo el corto porque tenía una historia que me apetecía contar. Pura ficción, sin más pretensión que esa, aunque curiosamente, cuando te pones a contar algo, la realidad se cuela sin querer. He tenido la suerte de haber podido contar para su realización con un equipo muy motivado, un equipo de cámara alucinante y la mayoría de mis amigos actores, como Asier Etxeandía, Juan Codina, Jimmy Castro...) y gente con la que he trabajado.

¿Nos puedes adelantar de qué va? Es una historia de superpoderes  que va muchos más allá. Algo así como qué pasaría si todos tuviéramos un superpoder.

¿Y cuándo lo podremos ver? Pues ya que he contado de qué va, cuánto antes para que no me copien la idea... [risas]. Espero tenerlo a fi nales del verano.