Reportaje

Boadilla del Monte, cuna el Grefa

En 1982, varios jóvenes de Boadilla comenzaron a cuidar y rehabilitar en sus propias casas a los animales que se encontraban heridos en el campo. Así nació el Grefa, un centro europeo de referencia en la recuperación de la fauna salvaje.

 

En 1982, un grupo de amigos y vecinos de Boadilla —los hermanos Pablo y Mario Álvarez, a los que se luego se unieron sus amigos Miguel Smerdou, Ernesto Álvarez y Fernando Garcés—, coincidieron en una afición común: la recogida y cuidado en sus casas de los animales heridos –aves principalmente– encontrados en el campo. Alimentaban a aquellos que no podían hacerlo por sí mismos y los ayudaban a recuperar las fuerzas para que pudieran volver a volar y sobrevivir en libertad.

 

“Un amigo de la universidad me cambio dos palomas por un milano que tenía con las plumas rotas. Mi hermano y yo lo cuidamos hasta que poco a poco comenzó a volar de nuevo. Le enseñabamos a cazar con una pelota de tenis que cogía en el aire”, recuerda Pablo Álvarez.

 

En sus propias casas fabricaban jaulas para mantener a las aves, cuya presencia “no solía hacerle mucha gracia a los vecinos”. Pajarillos muertos o culebras compartían espacio en el congelador de casa con los alimentos familiares. “Las visitas se asustaban al verlo”, dice.

 

Fue así como nació lo que llamaron Grupo de Rehabilitación de la Fauna Ibérica y su Hábitat (GREFA). Se trata de una organización no gubernamental sin ánimo de lucro que tiene como fin la conservación de las especies animales autóctonas, sobre todo de aquellas en peligro de extinción, y la rehabilitación de fauna salvaje. En este último caso mediante la liberación de los animales salvajes heridos y recuperados en este centro de rehabilitación.

 

“Entonces el único que trabajaba era Miguel. Con el dinero que ganaba impartiendo clases de tenis, comprábamos la comida para las rapaces”, recuerda Pablo.

 

Al veterinario de Las Lomas, Hans Zoneville, también lo embarcaron en su aventura. Hans trataba a las rapaces  malheridas o enfermas gratuitamente en su clínica, convirtiéndose así en uno de los grandes valedores del proyecto del GREFA, organización con la aún colabora como voluntario.

 

Con el tiempo, el número de animales fue creciendo, a la vez que lo hacían las quejas de sus padres y vecinos por las dimensiones que aquello iba tomando. De ahí, el traslado a los terrenos de la subestación eléctrica ubicada a la entrada de la urbanización Bonanza. Y la posterior mudanza al Monte del Pilar de Majadahonda, donde están actualmente.

 

Un referente europeo


Mucho han cambiado las cosas desde principios de los ochenta. El GREFA está considerado como uno de los mejores hospitales de conservación de fauna salvaje en Europa. Cuenta con una estructura laboral profesionalizada, con más de 15 trabajadores, numerosos voluntarios y alumnos de universidades en prácticas, que son los que llevan a cabo la labor de recuperación.

 

Sus ingresos proceden de instituciones públicas (Comunidad de Madrid, Ayuntamientos), de los convenios de colaboración con empresas privadas y de las donaciones de sus socios vía apadrinamiento de animales.

 

 

Así trabajan

 

El proceso empieza por la recogida de animales heridos (con disparos de cazadores, envenenados, malheridos), bien por las autoridades locales o bien por particulares.

 

Una vez ingresados, el equipo de veterinarios les hace un reconocimiento para conocer las causas de la enfermedad y su tratamiento. En algunos casos son tratamientos veterinarios severos. En otros, pasan directamente a rehabilitación para luego proceder a su puesta en libertad. Los animales que no es posible liberar tras su recuperación, se utilizan para la cría en cautividad, sobre todo en aquellas especies protegidas por su escasez.

 

 

MÁS INFORMACIÓN Y CÓMO ASOCIARSE:www.grefa.org