Educación

Un plan asequible para resolver el inglés de tus hijos

La convivencia con el idioma inglés ha de comenzar cuanto antes, desde recién nacidos. Para que los niños lo vayan adquiriendo de forma tan natural como el castellano. Hasta la adolescencia, lo único importante es el oído, que no se produzca el típico rechazo, y adquirir seguridad al hablar.

 

Como aprenden castellano. Así es como deben aprender el idioma inglés los niños. Es lo que aconseja Richard Vaughan. Tan obvio como ignorado durante décadas en nuestro país.

Vaughan es el fundador de la empresa de formación en el idioma inglés Vaughan Systems, y creador del popular método de aprendizaje que lleva su apellido. Afirma que cuando unos padres con un hijo de tres años le preguntan cuándo deberían comenzar a ocuparse de que su vástago aprenda esta que se ha convertido en la nueva lengua franca, él les responde: “Hace ya tres años”.

Sí, comenzando desde recién nacidos el camino se allana. Como el español. Un pequeño aprende a hablar en nuestra lengua aunque no sepa si lo hace en presente o en pretérito imperfecto. Y lo mismo debe suceder con el inglés. Vaughan recomienda que los recién nacidos deben oír (que no escuchar) audios en este idioma desde sus primeros días. Que acaricie sus oídos durante una hora al día. Lo que suman 365 horas al año y casi 2.000 horas en sus primeros cinco años de vida.

Así, en muchos centros educativos se inicia ya en educación infantil con la inmersión completa en este idioma. Lengua en la que trabajarán habitualmente en el aula desde los cero hasta los 18 años.

En casa también es posible ayudar: cuando el retoño tiene dos años, se han de ponerle los dibujos animados sólo en inglés, de forma que cuando crezca y pueda comenzar  a usar el mando a distancia para elegir, los identifique con esta lengua y no con el español, que sea algo ya natural para él.

A los seis años, cuando co­mienzan los estudios de primaria, lo idóneo es agendar dos o tres horas a la semana con el profesor en casa en una jornada no escolar. Como el sábado por la mañana. Porque es mejor que esas horas de inglés semanal no sean a la salida de las clases, con la ca­beza puesta en los deberes y quehaceres diarios.

En las vacaciones navideñas, un poco más intensivo, al menos dos o tres horas diarias durante cuatro o cinco días seguidos. Lo mismo en Semana Santa. Y, en el largo parón escolar veraniego, dos refuerzos, uno al comienzo y otro al final. Por ejemplo, la primera o dos primeras semanas de julio (dos o tres horas al día) y la primera de septiembre, justo antes de volver a las clases.

Y ya está… hasta la adolescencia. No es necesario más.

Los niños llevarán al menos 5.000 horas expuestos al inglés, para afinar el oído y ganar confianza y seguridad para hablarlo con determinación.

Aunque sea con un vocabulario reducido o dando patadas a la gramática. Eso se arreglará a partir de la pubertad. Audición, simpatía por el idioma y confianza en la expresión oral. Es el objetivo en esa fase de su vida, porque no es necesario que dominen la lengua a los 12 años o 14. Deberán hacerlo a los 18, los 20 o los 23, cuando encaren su vida profesional.