Educación

Sin emoción no hay aprendizaje

La enseñanza pública no quiere perder el tren de las nuevas tecnologías. Hemos visitado el colegio Príncipe Don Felipe, donde su responsable de nuevas tecnologías (el TIC) está introduciendo las tablets, gafas de realidad virtual... en el aula, y es que sin emoción no hay aprendizaje.

 

Venancio Almansa es el TIC del colegio de educación infantil, primaria y secundaria Príncipe Don Felipe. ¿Y qué quiere decir eso? Pues que además de ser profesor de Educación Física, Matemáticas y Lengua,y tutor de 4º A, es la figura encargada de promover y coordinar el uso de las nuevas tecnologías en el aula.

A partir de los tres años, los niños ya saben lo que es un código QR (código de datos cuadrado que almacena generalmente una dirección de internet y se puede leer a través de la cámara del móvil). En infantil utilizan la realidad aumentada (recreaciones superpuestas sobre un escenario real) y la realidad virtual (el dispositivo nos lleva a una realidad construida o que no existe) como herramientas útiles a la hora de trasladarles ideas y conceptos.

“En primaria les hacemos participes del proceso de creación de contenido; y en ESO, crean ellos su propio contenido”, nos explica. Se les está introduciendo programación y robótica (Sckratch y Arduino) lo que les permite trabajar en el diseño de aplicaciones móviles, por ejemplo.

También se está trabaja en el aula la denominada gamificación: el empleo de mecánicas propias del juego en entornos no lúdicos. Como la clase. En la de Venancio, el reto es convertirse en astronautas. De hecho, la entrada está decorada como si fuéramos a entrar en el espacio interestelar. Y todo gira en torno a esa idea. “Los niños no tienen deberes, sino una misión, por ejemplo. Al final, se trata de motivarles, que den lo mejor de sí mismos y de todo ello se beneficie el grupo”, nos explica.

Junto a profesores y alumnos, los padres también son participes de estas mecánicas de aprendizaje. Varios maestros mantienen sus propios blogs donde se les explica las actividades que hacen en clase, hay cursos de formación específicos para ellos, se les invita a talleres, la gimkana matemática...

Las mejorías de todo ello ya se están notando. “Para aprender tiene que existir una motivación. Si se fomenta la motivación, aumenta el rendimiento. El alumno es participe y protagonista del proceso de aprendizaje. Sin emoción, no hay aprendizaje”, resume Venancio. Y es que es más fácil explicar fracciones matemáticas con magia o los ángulos a través de realidad virtual, que con el propio libro de texto.