Educación

Que no reduzcan el curso escolar

Este curso, los centros públicos deben terminar las actividades de evaluación el 8 de junio. La Comunidad de Madrid traslada los examenes de septiembre al mes de junio, lo que en la práctica supone reducir el curso para los buenos estudiantes.

 

No sé si es que alguien piensa que el curso es demasiado largo y que lo mejor para los alumnos es acortarlo. Esto es lo que parece deducirse de los progresivos recortes que se están aplicando. Las horas de clase pasaron en la mayoría de los colegios a ser periodos de 50 minutos, las jornadas escolares se comprimieron para que se pudieran impartir ocupando sólo la mañana, sin respetar la necesidad de descanso de los estudiantes.

No sobran días de clase

La última novedad es que se programa este curso para los alumnos de ESO y primero de bachillerato de manera que las actividades de evaluación tienen que haber terminado (para todos los centros sostenidos con fondos públicos) antes del día 8 de junio.

No es verdad que sobren días de clase. En España el curso escolar tiene que durar por ley 175 días (el curso 2017-2018 programado por la Comunidad de Madrid no lo cumple, ya que este año académico no durará ni 165 días), muchos menos que los días programados en la mayoría de los países de la Unión Europea. En realidad eso supone que solo habría clases en menos de uno de cada dos días del año.

Ahora la razón para que un alumno que aprueba todo vaya a terminar previsiblemente sus obligaciones académicas el 1 de junio es que hay que dejar tiempo para programar la convocatoria extraordinaria de septiembre a finales de junio.

Se dice que la convocatoria de septiembre era un fracaso. Pero con menos de 10 días para preparar una materia que no se ha logrado superar en todo un año, no creo que los resultados vayan a ser mejores.

Con esta decisión se reduce el curso para todos los buenos estudiantes que superan todas las materias en la convocatoria ordinaria. Y, como el programa de estudios no se reduce, seguramente tendrán que estudiar parte de la materia por su cuenta. Tendrán así que sufrir todos los alumnos los problemas de unos pocos.

¿Por qué no recuperar en julio?

En mi ingenuidad, sugiero que se organicen planes de recuperación para alumnos suspendidos durante el mes de julio, como solemos hacer muchos centros privados, y se les examine a finales de ese mes. Nos ocupamos de los alumnos suspendidos sin perjudicar el curso escolar del resto.

Para ser honestos, la normativa no manda a su casa a los alumnos aprobados. Dice que aunque estén evaluados deben seguir acudiendo al centro a hacer actividades de enriquecimiento curricular.

Sinceramente, parecen no conocer la psicología de los adolescentes. Lo más probable es que se multiplique el absentismo y, si acuden al centro obligados por sus familias, preveo una actitud poco colaboradora.

Gracias a Dios, los centros privados tendremos autonomía para seguir programando un curso en el que dé tiempo a impartir el programa, hacer actividades, programar centros de interés y conseguir reducir al mínimo el fracaso escolar.

Una excepción poco tranquilizadora

Pero que se haya hecho una excepción con nosotros no nos tranquiliza; alguien debiera mirar por el interés general, defendiendo la importancia de que el sistema educativo mantenga un alto nivel de exigencia y de eficiencia.

Las familias ignoran que van a tener que ocuparse de programar actividades para sus hijos en el mes de junio, y que las vacaciones durarán tres largos meses. Y en la mayor parte de ese tiempo los padres tendrán que seguir trabajando.