Educación

Factores influyentes en el bajo rendimiento de los estudiantes

Cada vez que los medios de comunicación publican los resultados del Informe PISA y los comentaristas exponen en algunos espacios televisivos sus opiniones acientíficas, la ciudadanía se interesa del tema desde una perspectiva general.

 

 

Sorprende que una cuestión de tanta relevancia y complejidad como es la educación solamente suscite interés en momentos concretos. También que no se demanden las valoraciones del estado de la cuestión a profesionales especialistas del ámbito con el fin de conocer los motivos por los que los resultados académicos de las evaluaciones citadas no son los que cabría esperar en un estado europeo moderno.

Si bien en los últimos tiempos se ha extendido en la sociedad el uso de términos como dislexia, déficit de atención, hiperactividad, dislalia, discalculia, técnicas de estudio… No es menos cierto que son pocas y tardías, porcentualmente hablando, las ocasiones en las que se realizan las evaluaciones diagnósticas que posibilitan conocer con rigurosidad científica las variables que pudieran estar mediatizando el bajo rendimiento académico de los estudiantes.

Las causas que influyen en el bajo rendimiento académico dependen de factores personales, sociales, escolares y familiares. Centrándonos en los primeros, es decir, los relacionados con el alumno, interesa recordar que puede tratarse de aspectos aptitudinales (cociente de inteligencia), cognitivos (atención, percepción, memoria…), procedimentales (técnicas de estudio desarrolladas) y motivacionales (interés por los contenidos de las asignaturas).

Para conocer estos aspectos, la única vía a seguir supone la realización de un diagnóstico psicopedagógico integral. Así, mediante la implementación de instrumentos estandarizados de prestigio que aporten los datos fiables y válidos, será posible elaborar un programa individualizado de actuación acorde con las necesidades detectadas.

Se impone, por tanto, que todos (madres, padres y docentes) seamos conscientes de la necesidad de dar respuesta temprana a la detección de bajo rendimiento escolar. Y es que la demora en la atención origina desfases curriculares que pueden derivar en fracaso escolar, con las inevitables implicaciones emocionales que, en ocasiones, se producen.