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Juan Canovas: "La música me llamó desde pequeño"

 

Puede que los más jóvenes no recuerden Señora Azul, pero para muchos es una de las mejores canciones que ha dado el pop español. Juan Robles Cánovas (Quart de Poblet, 1949), o si se prefiere, Juan Cánovas, su nombre artístico, fue uno de sus intérpretes en un grupo, CRAG, que hace 30 años también integraron Rodrigo García, Adolfo Rodríguez y José María Guzmán. Ese y otros discos les permitieron una fama mitigada a partir de una música purista nacida para complacer a los mejores paladares.

 

Desde entonces, la trayectoria de Juan, apasionado del flamenco pero de profundas raíces pop y rockeras, ha estado jalonada por un sinfín de canciones y composiciones como las del exitoso musical Carmen, Carmen, con Concha Velasco y texto de Antonio Gala; Quo Vadis, Pippi Calzaslargas, La Truhana y, más recientemente, We will rock you, donde ejerció de codirector musical.

 

Junto a diversos anuncios publicitarios en la década de los 80, Miguel Ríos –la letra de su famoso Los viejos rockeros nunca mueren es suya–, Miguel Bosé, Ana Belén y Víctor Manual, o Luz Casal han pasado de una u otra forma por las manos de un músico tenaz, hecho a sí mismo, gran conversador, batería, letrista y sobre todo compositor que hace veinte años fijó su residencia en Boadilla del Monte, donde nos recibe amablemente para regalarnos un pellizco de sus vivencias.

 

¿Cómo se inició en la música? Sólo puedo decirte que me llamó desde muy pequeño. Recuerdo que con tres años me ofrecía a cantar a la monja del colegio para que no me castigase si me portaba mal. Con 15 ya tenía una fuerte vocación y fundé Los Bardos –también Franklin, Módulos...–. Los Beetles me dieron el empujón definitivo.Mi trayectoria explica mi amor por la música.

 

Señora Azul sigue pinchándose… El disco siguió una trayectoria irregular. Se grabó en el 74, pero no triunfó hasta el 79. Su planteamiento, muy serio, nos convirtió en un grupo de culto. La letra es de Rodrigo, en lo suyo uno de los diez mejores de este país. La canción es muy buena. Todavía recibimos derechos de autor.

 

¿A qué se dedica ahora? Hago un poco lo que me apetece: grabo peticiones en mi estudio, cultivo tomates en casa –tengo una vertiente rústica–… Hice un disco, casi terminado, que no veo la oportunidad de lanzar en un ambiente discográfico tan revuelto como el actual. Mi limitada ambición me permite rechazar trabajos que no me gustan.

 

Como autor, ¿qué opina de la polémica sobre las descargas en Internet? Es un tema complejo lleno de aristas. Soy consciente de que la gente no lo hace por maldad, pero hay un sentir general de que la música es gratuita, cuando no es así. De acuerdo: un disco no puede costar 18 euros, pero tampoco dos en el top manta. El músico, el compositor, tienen que pagar su piso como todo el mundo, y deben recibir una remuneración por su trabajo, un dinero que les permita seguir produciendo y viviendo.

 

¿Y Boadilla? Fue una gran elección hace dos décadas, cuando mi mujer y yo –tienen un hijo que ha seguido sus pasos musicales– compramos una parcela y años después hicimos nuestra casa. Aquí disfruto de una buena dosis de naturaleza cerca de Madrid.

 

¿Qué es lo que menos le gusta? Sé que suena a clasista, pero tanto cemento en el horizonte, tanto hormigón, presente y futuro.

 

¿Y cambiaría…? (Medita unos segundos) Que la política, local o nacional, estuviese más cerca de la gente, no embebida en su lucha partidista.