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Javier Orol, un grande del fútbol sala

Su palmarés es excepcional: 74 veces internacional, dos veces Campeón del Mundo, otras tantas de Europa, cuatro ligas, cinco Copas del Rey, seis Supercopas y dos Copas de Europa convierten a Javier Orol Sánchez (Lugo, 1974) en uno de los grandes del fútbol sala de todos los tiempos.

 

Casado y con dos hijos –el más pequeño, Daniel, de poco más de un mes–, Javier reside en Boadilla del Monte desde hace una década, aunque ya antes conocía y se movía por la localidad al militar, precisamente, en el CEES Boadilla FS.

 

Comenzó a jugar en el colegio, con 14 años, y no tardó en comprobar que su agilidad, fondo y velocidad le hacían ideal para la práctica del balompié de a cinco. Y de ahí, con apenas 19 años, a la División de Honor al fichar por el Segovia, donde acudía a diario con tanta fe como tesón.

 

Orol ha saboreado las mieles del éxito en una época excepcional para el fútbol sala español, junto al brasileño, el más puntero a nivel mundial. Y también ha jugado, como sala-cierre, en algunas de las mejores formaciones: Interviú-Boomerang, Polaris-World y Azcar-Lugo. Hoy, ya en retirada y con la vista puesta en entrenar a chavales, ha recalado en la división de plata en las filas de El Escorial.

 

¿Cómo se llega tan lejos? Casualidades de la vida, supongo, aunque mi fichaje por el Segovia fue decisivo en una época de mi vida crucial. Ese equipo fue mi trampolín profesional y personal. Luego he tenido la suerte de vivir una etapa dorada para el fútbol sala, con participaciones en los Mundiales de Guatemala (2000) y China-Taipei (2004).

 

¿Y cómo afrontas el final de tu carrera deportiva? Es complicado. Necesito seguir haciendo deporte, aunque teniendo una ocupación laboral –trabaja en el negocio ciclista de los hermanos Anguita y contesta a mil llamadas durante nuestra entrevista– es más fácil. Tras vivir intensamente, no echo de menos viajar o entrenar a diario, aunque sí los contactos y el ambiente.

 

¿Qué te gusta de Boadilla? Acostumbrado a la avenida de América, donde viví de niño, la tranquilidad, la calidad de vida, el ambiente del pueblo –le sorprende que muchos vecinos del Sector B apenas pisen el casco antiguo–… Es perfecto para los niños, tienes de todo y cerca.

 

¿Y qué mejorarías? La comunicación con Madrid, un fastidio para los que tienen que ir a diario. También faltan instalaciones deportivas.

 

Javier, ¿por qué el fútbol sala tiene poca pegada? Salvo el fútbol, ningún deporte la tiene en España, y eso que el fútbol sala es la modalidad con más fichas federativas. La solución pasa por añadir filiales a los grandes equipos, como el Madrid, el Barça –que ya la tiene– o el Valencia. Eso arrastraría una repercusión mediática y una esponsorización, que con la crisis ha caído drásticamente. Ahora el fútbol sala está estancado.