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"Con 9 años, tenía mi propia biblioteca"

Entrevista al historiador y escritor Ricardo de la Cierva.

 

Hijo y nieto de políticos, sobrino del inventor del autogiro… Ricardo de la Cierva (Madrid, 1926) es, sin duda, una de las voces autorizadas en el relato riguroso de la historia contemporánea española, y también un ilustre vecino de Boadilla, donde vive desde los años 80.

 

Puesto que “de casta le viene al galgo”, no extraña que este apasionado de la lectura, licenciado en Periodismo y doctorado en Químicas y Filosofía y Letras, a la sazón catedrático en las universidades Complutense de Madrid y de Alcalá de Henares, jefe del Gabinete de Estudios sobre Historia en el Ministerio de Información y Turismo en el régimen franquista, director general del Instituto Nacional del Libro Español, senador, consejero cultural de Adolfo Suárez y hasta ministro del ramo; sucumbiese a la historia como life motive.

 

Con todo, don Ricardo, culto, prudente y elocuente a partes iguales, nos confiesa el desencadenante en una placentera entrevista en el salón de su casa.

 

Al parecer, y más allá de su genética pasión por una especialidad que arrastra desde chico –“tengo recuerdos precisos de cuando tenía tres años, y con nueve ya tenía mi propia biblioteca”–, una casualidad decidió su apuesta histórica. De la Cierva aprobó una oposición para trabajar en el Ministerio de Información y Turismo, pero una temprana enemistad con el entonces ministro –Manual Fraga–, dio con sus huesos en el Servicio de Documentación. Allí le aguardaban empolvados 10.000 volúmenes de la Guerra Civil escritos por autores como Jesús Pabón, y donde encontró versiones de la contienda de todos los bandos.

 

Durante los siguientes dos años los devoró todos, poco antes de que Franco, por mediación de Fraga, le encargase un estudio (a la postre libro) sobre el Frente Popular. Aquello fue el empujón definitivo como historiador, y también su primer texto de un total de 168 obras publicadas hasta nuestros días, muchas relacionadas con la Masonería o la Teología de la Liberación.

 

Es usted un historiador que no estudió Historia… Mi hija lo hace, pero yo no lo cursé porque los contenidos no recogían la parte más reciente, que es la que verdaderamente me interesa.

 

En 1993, de la Cierva fundó la editorial Fénix, que desde entonces convirtió en la fragua de la que extraer su arsenal literario. Junto a su esposa, nos cuenta que las desavenencias con Plaza & Janes y Planeta, donde publicaba –censuraron contenidos de algunos de sus textos religiosos–, le llevaron a emprender una carrera paralela como editor/empresario, que perpetúa con 84 primaveras cumplidas.

 

¿Para cuándo una breve historia sobre Boadilla? Es buena idea... Tengo que descubrir si existió el patrón local, el visigodo San Babilés, lo que no está del todo claro (bromea). En la localidad acontecieron durísimas batallas en las postrimerías de la Guerra Civil.

 

¿Por qué vinieron a vivir Boadilla? La lectura de los Diarios de Manual Azaña despertaron mi interés por la zona. Azaña era un apasionado de Boadilla, y tenía razón: de aquí me gusta todo.

 

Así que la historia también se cruzó en el destino de este exitoso y empedernido escritor hasta para fijar su residencia.