Boadilla y su historia

Las cartas de Goya sobre el infante don Luis

Francisco de Goya mantuvo una importante correspondencia con Martín Zapater y Clavería, un importante terrateniente y prestamista, que se dedicó a la actividad pública y política en Zaragoza. En algunas de esas cartas, el pintor español hace referencia a su relación con el infante, ofreciendo datos y detalles interesantes.

 

Goya y Zapater se conocieron en Zaragoza durante su juventud y mantuvieron una intensa relación de amistad hasta el fallecimiento de este último. Zapater fue un importante terrateniente y prestamista que amasó una considerable fortuna que le permitió dedicarse a la actividad pública y política en Zaragoza desde profundas creencias en el movimiento ilustrado.

Se conocen 142 cartas escritas entre 1775 y 1801 por Francisco de Goya a su amigo Martín Zapater y Clavería, a quien también retrató en 1790 y 1797. En dichas cartas escribe sobre relaciones familiares, amistades, noticias sobre ciertos hechos... pero también encontramos algunas que hablan de primera mano y expresamente del infante don Luis, aportando una información interesante sobre nuestro protagonista.

Cómo se conocieron

Goya paso los veranos de 1783 y 1784 en el palacio de la Mosquera en Arenas de San Pedro, donde el infante había comenzado a construirse su nuevo palacio tras la salida del de Boadilla del Monte. Goya había sido contratado por el infante para que realizase una serie de retratos de los miembros de su familia.

“El infante don Luis contrató a Goya para que realizase una serie de retratos de los miembros de su familia”

Los investigadores hacen referencia a varias circunstancias que pudieron iniciar la relación del infante con el pintor. Algunos abogan por que el conde de Floridablanca, por entonces Secretario de Estado y que mantenía buena relación con el infante, recomendaría a este joven y prometedor pintor tras su reciente retrato de 1783.

Otros aluden a la posibilidad de que Goya hubiese acudido a las fiestas que se organizaban en el palacio de Boadilla a las que acudían numerosos artistas, y que por lo tanto se conociesen desde entonces. Algunos indican la posibilidad de que Goya fuese introducido en la corte abulense del infante por mediación de su amigo el arquitecto Ventura Rodríguez, artífice de la Santa Capilla de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza (1750-1765).

Con todo, la opción más viable apunta a que tanto Marcos del Campo, cuñado de Francisco de Goya tras su matrimonio con María Bayeu en 1783, como su hermano Francisco del Campo, secretario de cámara, gentilhombre y guardarropía de María Teresa de Vallabriga y Rozas, esposa del infante, pudieron ser los introductores del pintor aragonés en la corte del infante don Luis.

 

Una relación cordial

La carta más antigua de Goya a Zapater está escrita en Madrid y fechada en marzo de 1783, y en ella relata que su cuñada María Bayeu se ha casado por mediación suya con Marcos del Campo. Lo interesante de esta carta es que dice que Marcos del Campo es “muy progsimo a ascender por su Hermano que esta con el Ynfante Don Luis y es el amo y dicen que onbre de gran talento”, refiriéndose al hermano de este, Francisco del Campo.

Algunos autores han aludido a que los tres últimos años del infante (1783-1785) en el palacio de la Mosquera de Arenas de San Pedro la relación con su esposa era muy tensa y conflictiva, llegando a ser injuriado y vejado por aquella, quien encontraba su apoyo en Francisco del Campo. De esta última circunstancia podría devenir que Goya dijese que el hermano de su cuñado “es el amo”.

La siguiente carta también esta escrita en Madrid y en este caso fechada el 20 de septiembre de 1783. Sin duda alguna es la mas interesante en relación con el infante don Luis, quien llamó pintamonas al propio Goya según nos relata éste. Se trata de una carta escrita a su regreso del palacio de la Mosquera, tras pasar un mes con el infante y su familia. Cuenta que en esta ocasión ha realizado los retratos de infante, su esposa y sus hijos Luis María y María Teresa, con los que el infante ha quedado muy satisfecho.

La relación de Goya con esta familia debió ser cordial y amigable, tanto que incluso salió de caza con el infante en un par de ocasiones y éste dijo del pintor que tenía buena puntería. De ellos nos comenta que son “unos ángeles, me han regalado mil duros y una bata para mi mujer toda de plata y oro que bale treinta mil reales, según me dijeron allí los guarda ropas” y que han sentido mucho su partida, tanto que le manifestaron que tenía que “volver lo menos todos los años”.

“La relación de Goya con la familia debió ser cordial y amigable, tanto que incluso salió de caza con el infante en un par de ocasiones”

De todo lo anterior deducimos casi una relación de amistad más que una relación entre pintor y retratado, en la que muy probablemente jugaría un papel importante el aislamiento sufrido por el Infante y su familia en la villa de Arenas de San Pedro, deseosos de recibir visitas.

El 2 de julio de 1784 volvemos a encontrar otra carta de nuestro interés. Escrita en Madrid nos relata que “aun no he acabado el retrato a caballo de la Señora del Ynfante pero le falta poco”.

Entre junio y octubre de 1784 Goya volvió a pasar una larga temporada en Arenas de San Pedro, en esta ocasión acompañado de su esposa embarazada. Conviene señalar que no se alojan en el palacio de la Mosquera si no en la vecina casa de oficios, como el resto de los sirvientes, lo cual denota que si bien la relación debió ser buena, el infante mantuvo las distancias protocolarias con el “pintamonas”, que en aquel momento era un pintor en ascenso y no dejaba de ser un servidor más.

El motivo de esta estancia es terminar el cuadro iniciado el año anterior que representa a toda la familia (hoy en la Fundación Magnani Rocca de Parma) y otros retratos, como el de María Teresa de Vallabriga a caballo, hoy en día perdido y cuyo boceto se conserva en el Museo de los Uffizi en Florencia.

“El infante y su familia, aislados en la villa de Arenas de San Pedro, deseaban que Goya volviera a visitarles”

En una carta del 13 de octubre de 1784, escrita también en Madrid donde Goya dice que ha estado “sirviendo al Serenísimo Señor Ynfante Don Luis; sería muy largo el decirte las satisfacciones que le he merecido, he muerto allí muchísima perdiz, pues me dio permiso para ello, he sentido muchísimo que me hiciesen benir á Madrid, con motivo de mandar el Rey se concluya la Yglesia de San Francisco”.

Goya muestra su satisfacción por que el infante le ha pagado treinta mil reales por los cuadros y a su esposa “la hiciesen subir a Palacio y aconpañarla enseñándole lo vistoso de él”. La relación con el infante continúa siendo buena.

 

Los últimos días del infante

El 30 de marzo de 1785 volvemos a encontrar otra carta interesante en la que Francisco de Goya es muy explícito con la deteriorada salud del infante “el pobre Ynfante Don Luis no pudo salir, que esta muy malo oy le he besado la mano por despedida que se ha marchado á su casa media ora antes que el Rey á Aranjuez. Y según lo he visto estos días que parece que tenía gusto de berme a menudo y observado no escapa de esta y lo mismo opinan otros”, meses más tarde fallecería el infante el 7 de agosto. Esta cita de Goya se refiere a la visita del infante don Luis el 23 de marzo a la corte madrileña con motivo del enlace matrimonial de su sobrino el infante Gabriel, hijo de Carlos III, con Mariana Victoria de Portugal, hija de Pedro III.

El día 29 por la mañana se celebro el besamanos en el Palacio Real y por la tarde toda la familia Real dio gracias a la Virgen en el convento de Atocha, acto este último a que se refiere Goya al que no pudo acudir el infante don Luis debido a su estado.

Gracias a estas cartas se pueden conocer otros aspectos del infante don Luis.