Boadilla y su historia

Crónicas boadillanas: Aviso para caminantes

El pasado mes de diciembre se cumplirá un año del suceso ocurrido a un boadillano en la calle Camino de San Sebastián de Boadilla del Monte.

 

El vecino en cuestión, pensionista él, se dirige a su casa sobre las 10.30, después de haber realizado unas compras en el bazar chino existente junto al cementerio viejo. Caminaba por la acera de los pares, entre los números 14-16 de la mencionada calle, frente a los patios de recreo de los niños de preescolar del Colegio Príncipe Felipe; faltaban sólo cuarenta pasos para llegar hasta la escalinata que accede a la residencia de mayores existente en la plaza de la Concordia, cuando es abordado por una joven de, aproximadamente, 20-22 años, que le dice:

–Señor, necesito dinero.

–¿Para qué? Para el autobús, metro …

–No, es que esto vale dinero– dijo señalándose un palmo por debajo del ombligo, al mismo tiempo que le agarra una mano para llevarla al lugar y pasearla después, todo muy rápido, sobre el abierto escote.

-¡Anda niña! Búscate un jovencito que los hay muy guapos–, le dijo el vecino en un intento de deshacerse de ella para continuar su camino, pues había visto merodear por alrededor una sombra que transmitía temor y sospecha.

–¡Jolines, ya está –pensó–, voy a ser víctima de un chantaje por acoso a esta fulana!

Pero la indeterminada se abrazó, rápido y fuertemente, a su víctima propiciatoria que, en su mano derecha, llevaba la bolsa de plástico con la compra. Solo pudo forcejear con la otra mano que interpuso durante unos segundos entre ambos para propiciarle un fuerte empujón, que la lanzó contra una furgoneta aparcada junto al bordillo, sintiendo como un arañazo en el cuello…

El boadillano siguió su camino, temeroso y registrándose asimismo para comprobar si le faltaba la cartera, móvil, reloj, al mismo tiempo que se palpaba el cuello por si brotaba sangre del arañazo… Se cruzó con la sombra, posiblemente cómplice de la asaltante; era un hombre algo mayor que, ¿hizo alguna foto como testimonio de acusación por acoso?

Algo nervioso llega a su casa y le comenta el suceso a su mujer. Al mismo tiempo toma la firme decisión de exponer el asunto a la policía. Allí es recibido por una mujer uniformada que, después de exponerle el caso, le aconseja que vaya a la Guardia Civil. Allí expuso lo sucedido a una agente, quien le preguntó si echaba algo en falta: reloj, cartera, medalla…

–¡Hija de la gran …!–, fue la respuesta que supo proferir.

–Qué le pasa señor, serénese– le dijo la agente.

–Pues que, efectivamente, ahora me doy cuenta de que me falta la cadena con chapa de oro que mi padre me regaló meses antes de fallecer. Era una chapa identificativa con su nombre y grupo sanguíneo, de elevado valor económico y grandemente sentimental.

La instructora de la Guardia Civil le insta a que busque por su casa, el objeto desaparecido. Y si no lo encontraba, que volviera para formalizar la denuncia.

Al día siguiente, la atribulada y dolida víctima acredita la denuncia, siendo advertido de que no lo hiciera público para confiar a la roba medallas callejera con armas de seducción.

Por Boadilla ha dejado sus huellas en varias ocasiones. La llaman La Cariñosa. Actúa junto a residencias y geriátricos, siendo sus víctimas preferidas las personas mayores físicamente débiles. Actúan en pareja, y su modus operandi lo llevan a cabo durante todo el año, pero con mayor actividad en fechas cercanas a la Navidad.

Un año después, el boadillano decide hacerlo público en las páginas de Solo Boadilla para general conocimiento, y para que sirva de aviso a los caminantes de la zona.