Hay dos tipos de traumas: los que llamamos T (t grande), o t (t pequeña). T tiene que ver con acontecimientos naturales fatales, desastres naturales, o provocados por el hombre, como la violencia, el maltrato o la desprotección. En algún sentido se pone en riesgo la vida o la integridad de la persona per se o de otras personas. A sus síntomas lo llamamos Trastorno de estrés postraumático.
La t pequeña tiene que ver con el nivel relacional, el afecto y el apego. Traumas quizá de menor intensidad, pero más continuados. Esos que hacen daño a la autoestima y no tienen por qué ser en sí un trastorno, pero sí una disposición a desarrollar trastornos de ansiedad, depresión, etcétera.
En ambos tipos, la persona no es capaz de asimilar, procesar, entender, está emocionalmente desbordada, o es incapaz de superar el trauma, con el consiguiente deseo de olvidarlo. Hay que tener en cuenta la edad, la madurez emocional y la capacidad intelectual como factores que lo modulan.
El procesamiento del trauma necesita de una alianza terapéutica que aporte seguridad y el uso de técnicas que ayuden a crear y reparar el apego, como el procesamiento de la información, a través del protocolo EMDR y la estimulación bilateral.
En población general, se encuentran habitualmente muchos casos en la consulta con esta problemática, cursando con ansiedad, depresión, problemas relacionales, y un largo etcétera.
La Terapia EMDR (de sus siglas en inglés, terapia de desensibilización y reprocesamiento mediante movimientos oculares) está indicada por la OMS como tratamiento eficaz para los trastornos del trauma, recogidos en el Manual de Psiquiatría DMS-V (2013) junto a la Terapia Cognitivo Conductual.
¿Por qué hay terapias que no funcionan? Depende de muchos factores. Algunos tienen que ver con las características personales del paciente: motivación, alianza con el terapeuta, tiempo disponible para realizar la terapia... entre otros.
Otras causas están relacionadas con el tipo de terapia utilizada directamente.
El procesamiento del trauma necesita de una alianza terapéutica que aporte seguridad y el uso de técnicas que ayuden a crear y reparar el apego, como el procesamiento de la información, a través del protocolo EMDR y la estimulación bilateral.
Imagínate: el terapeuta coloca al paciente en una situación segura en la que el paciente recuerda lo que es traumático, mientras el paciente sigue visualmente la mano del terapeuta, con movimientos sacádicos (movimientos rápidos y simultáneos de ambos ojos).
Y, entonces, ocurre: el paciente se da cuenta, recuerda aquello que pasó y pensó (…) A partir de ahí todo irá cambiando.
Yolanda Cañadas Juárez es psicóloga sanitaria e investigadora. Ha trabajado recientemente en un proyecto de investigación sobre COVID-19 y cuenta con una larguísima experiencia clínica en diferentes ámbitos (hospital de agudos, hospital de larga estancia, centros médicos) y cuenta con una continua formación adaptada a la sociedad actual.
Trabaja como psicoterapeuta en su consulta privada en Boadilla del Monte.