Boadilla y su historia

La Guerra Civil en Boadilla del Monte (I)

Por su cercanía a Madrid, Boadilla fue una de las localidades que más sufrió los devastadores efectos de la Guerra Civil. En los primeros meses del conflicto, el monte fue escenario de cientos de ejecuciones, cuyos cuerpos aparecieron en 1942 en el pozo del Albañil, puente del Rey y puente de Piedra. Así consta en un macroexpediente llamado Causa General, instruido por el Tribunal Supremo, y que traemos a estas páginas.

 

Sin duda alguna, la Guerra Civil constituye el conflicto bélico más trascendental y funesto de la España contemporánea. Y Boadilla del Monte, dada su cercanía a Madrid, fue una de las localidades que más padecieron las consecuencias de la contienda, siendo testigo de crímenes, batallas y destrucción.

Como historiador, considero que esta guerra debe tratarse desde la más estricta objetividad, y más aún cuando, tras casi 100 años, continúa siendo objeto de utilización política. Por ello, debemos acudir a las fuentes documentales, bibliografía y testimonios, aunque teniendo presente que algunas de esas fuentes o bien tienen una fuerte carga personal o bien proceden de momentos en que la falta de libertad y el temor, conducen a interpretar los datos con cautela.

Entre agosto y diciembre de 1936, Boadilla del Monte se mantuvo en el área republicana, y su monte fue usado por parte de los milicianos políticos que, provenientes de las checas de Madrid, utilizaban la zona para ejecutar a sus prisioneros, en lo que constituye uno de los episodios más despiadados y crueles del conflicto.

Investigación y testimonios

En 1940 comenzó a instruirse por parte del Tribunal Supremo la denominada Causa General, que pretendía investigar los hechos y sucesos delictivos que habían tenido lugar durante la llamada “dominación roja”. Dentro del macro expediente de la Causa General se encuentra la Pieza especial de Madrid. Exhumaciones de mártires de la Cruzada, que incluye información sobre las fosas, personas asesinadas y exhumaciones durante la Guerra Civil.

Dentro del expediente nos interesa el denominado Ramo nº 2: Exhumaciones en Boadilla del Monte -FC CAUSA_GENERAL, 1536, EXP.3). 290 páginas en las que se incluyen las declaraciones de una serie de testigos (algunos de ellos reclusos) sobre los fusilamientos que tuvieron lugar en Boadilla del Monte durante los primeros meses de la guerra, entre agosto y diciembre de 1936, y fotografías de la exhumación de los cadáveres.

De los testimonios incluidos en el expediente se puede extraer una idea de la dramática situación. Desde principios de agosto de 1936 “se empezaron a construir unas fosas en el monte de Boadilla. Venían coches ligeros desde Madrid en los que traían detenidos que eran fusilados ya que desde el pueblo se oían los disparos”. Cuatro o cinco coches diarios desde los primeros días del mes de agosto y, a partir de septiembre, también llevaban a los asesinados en autobuses de línea, “algunos días no cesaban de ir y venir los coches abarrotados de presos”.

Milicianos de FAI, CNT y partido Comunista provenientes de la Checa de la Puerta del Ángel (establecida en la Iglesia de Santa Cristina) y de otras de Madrid, como la ubicada en el paseo de Monistrol, la de Fomento, pero sobre todo de la zona del puente de Segovia y del pueblo de Carabanchel. Los coches entraban por “un camino que parte desde el Ventorro del Cano y que iba a parar al llamado puente de Piedra. Iban por regla general, en un coche negro que le decían ‘el coche de la muerte’ con matrícula de Toledo, de cabida para ocho o diez personas”.

Un guarda forestal del monte de Boadilla explicó que “al cura párroco le recomendaron los del comité que se debía ausentar del pueblo, obedeciendo a estas indicaciones se marchó a la finca Romanillos donde no le admitieron los arrendatarios... entonces le llevaron nuevamente al comité. Fue conducido a Madrid...y ya no se volvió a saber nada más”.

Un electricista de Boadilla del Monte contó que, como vicepresidente del comité revolucionario del pueblo, dio órdenes a las milicias, compuestas por 21 miembros, para que no dejasen pasar ningún coche que condujese detenidos, cosa que consiguieron, si bien los fusilamientos continuaron llegando a Boadilla por los caminos del norte. Algunos testimonios aluden a que se unían a ellos algunos vecinos del pueblo, ya que cuando llegaban a Boadilla los milicianos de Madrid, entraban en el comité del pueblo donde mantenían conversaciones y posteriormente alguno de los miembros del comité de Boadilla acompañaba a los fusilamientos.

El entonces médico de Boadilla detallaba que entre los cadáveres aparecidos en el monte estaban los de “dos mujeres, abrazadas, que, por llevar ostensiblemente crucifijos de regular tamaño, con polvos de reliquias, debían ser religiosas, y en el pueblo decían que lo que llevaban era veneno”.

También alude al “asesinato del capellán del convento de monjas de Boadilla” cuyo cadáver fue profanado vistiéndose un miliciano con sus ropas. Este testigo también nos dice que “cierto día hubo un gran festejo en el pueblo con motivo del fusilamiento en el monte de un carabinero, que según decían había tomado parte en la represión de la revolución de octubre de 1934”.

El 3 de noviembre la población de Boadilla fue evacuada en masa ante la proximidad de las tropas sublevadas. Joaquín Lamarca Belios, entonces médico de Boadilla, explica que los miembros del comité “iban requiriendo, pistola en mano, a todos los vecinos para que así lo efectuaran, ante la proximidad de las tropas nacionales”.

 

Exhumaciones

Uno de los guardas del monte, en calidad de procesado, es conducido a Boadilla del Monte para que identifique in situ los lugares de enterramiento de los asesinados. En el pozo del Albañil dice que “fueron enterrados entre el 10 y el 20 de octubre de 1936, sobre 70 personas”. En cuanto al pozo situado junto al puente del Rey declara que “es un pozo que en el año 1935 ordenó construir el dueño de la finca y que a los catorce metros de profundidad se abandonó por no encontrar agua, suponiendo por lo que ha oído que esté lleno de cadáveres”.

El diario Informaciones, con fecha 19 de marzo de 1942, publica bajo el titular 70 mártires desconocidos de Boadilla del Monte (en la imagen de la derecha), el edicto que relata que el fiscal de la Causa General pone en conocimiento de los interesados que, en el mes de abril, se llevarán a cabo las exhumaciones de cientos de cadáveres que fueron asesinados y enterrados en el pozo del Albañil, puente del Rey y “puente de Piedra en Boadilla del Monte, donde se identifican y describen al menos 23 cadáveres, entre ellos el de Melitón Morán, capellán del monasterio de las Monjas Carmelitas Descalzas de Boadilla. Este edicto supuso que varios de los familiares de los cadáveres descritos se personasen en la causa, al reconocer en la descripción a sus familiares, entre otros las dos mujeres en- contradas abrazadas con crucifijos.

El 20 de abril de 1942 comenzaron las exhumaciones con la presencia de las autoridades judiciales, médicos forenses y personal del servicio de desinfección del Laboratorio Municipal de Madrid en la zona del “puente de Piedra”. Resulta conmovedor el testimonio que nos relata que “fue extraído el cadáver de un joven de catorce a diez y seis años de edad.... encontrándose en los bolsillos del traje trozos de un periódico de niños...”.

Continuaron los trabajos de exhumación los días 23 y 24 de abril, retomándose el 7, 16, 19 de mayo, recuperándose 166 cuerpos en total. El 13, 19 y 21 de mayo y 13 de junio de 1942, el diario Informaciones publicó un edicto por el cual ponían en conocimiento general la exhumación y descripción de algunos de los cuerpos para conocimiento de familiares e interesados.

El llamado puente de Piedra y el pozo del Albañil (en la imagen que abre el reportaje) se encuentran junto a la actual M-513 y el club Las Encinas de Boadilla. El puente sobre el arroyo de Vallelargo fue diseñado entre 1763 y 1765 por el arquitecto Ventura Rodríguez para que el infante don Luis comunicase sus dominios con la corte; mientras que el pozo del Albañil constituye una de las infraestructuras hidráulicas construidas para suministrar agua al conjunto palaciego en el siglo XVIII. Ambos elementos patrimoniales de Boadilla, testigos del episodio más dramático y despiadado de su historia.

Hemos optado por eludir los nombres de los testigos del expediente citado, así como tampoco hemos incluido las sobrecogedoras fotografías de las exhumaciones de los cadáveres.