Boadilla y su historia

La Guerra Civil en Boadilla del Monte (III)

Parte del territorio de Boadilla del Monte también fue el escenario de la Batalla de Brunete, una de las más sangrientas de la Guerra Civil. Las distintas operaciones que se realizaron entre los días 6 y 25 de julio de 1937 fueron iniciadas por el ejército republicano para aliviar la presión de las tropas franquistas en el norte y en el frente de Madrid.

 

El general republicano José Miaja, desde su puesto de mando en la casa del Canto del Pico en Torrelodones, diseño y dirigió el ataque desde la zona del Valdemorillo, que avanzaría hacia el sur (Quijorna, Villanueva de la Cañada, Villanueva del Pardillo y Brunete) y el este (Boadilla del Monte y Villaviciosa de Odón), buscando alcanzar Móstoles y Navalcarnero.

A tal efecto, los republicanos agruparon un numeroso ejército compuesto por unos 85.000 efectivos, 220 piezas de artillería, 130 tanques, 40 carros blindados y 300 aviones.

Por su parte, el ejercito franquista lo formaban 65.000 efectivos, 200 aviones y otros 80 de Legión Cóndor, que salieron de los aeródromos de Ávila y Salamanca.

Inicio de la batalla

Los ataques republicanos comenzaron la madrugada del 5 al 6 de julio, que, entre el factor sorpresa y la nocturnidad, permitieron un avance rápido apoyados por la artillería y la aviación.

El 8 de julio, tras superar Villanueva de la Cañada, las tropas republicanas cruzan el río Guadarrama atacando con la XII Brigada Internacional el vértice Romanillos (697 m) y con la XV Brigada Internacional el vértice Mosquito (702 m).

Se trataba de un ataque estratégico en un giro hacia el este en dirección a Boadilla del Monte, en cuyo avance el denominado cerro o vértice Mosquito constituía un punto estratégico.

 

Testimonio

Contamos con un testimonio anónimo de primera mano de un soldado oficinista de la 11 División del ejército franquista –conservado en el Archivo Linz de la Transición Española (Biblioteca de la Fundación Juan March)–, que fue enviado desde Boadilla como refuerzo al cerro Mosquito ante el fuerte ataque republicano.

Su testimonio nos relata que, con los ataques del día 6, el ejército franquista envió un batallón de Melilla y un tabor de Regulares a cubrir la zona de Romanillos y a asegurar Majadahonda. Con ello, Boadilla del Monte se quedó casi sin fuerzas que la defendieran.

Mientras, “en el cerro Mosquito se encontraban unos canarios junto con un tabor de Tetúan y una compañía de otro tabor de Ceuta. En el puente de la carretera a Brunete se envió una compañía de gallegos”.

Lo primero que tuvieron que hacer las tropas de refuerzo fue cavar nuevas trincheras en vértice Mosquito mientras eran atacados desde diferentes ángulos.

Según cuenta el soldado anónimo, el día 8 la posición de cerro Mosquito se vio superada en su ataque a Boadilla y relata textualmente: “¡Menuda debía de haberse liado en Boadilla! Se oían muchos tiros. Eran como las once de la mañana más o menos”; y al poco tiempo “se volvieron, tras un rato de tiroteo, por donde habían venido y todos tan contentos”.

Parte de la Brigada Lincoln había alcanzado las estribaciones de Boadilla, pero fueron rechazados tras sufrir numerosas bajas.

El día 9 continuó la batalla, pero los republicanos para atacar el cerro “tenían que avanzar lo menos dos kilómetros al descubierto y tenían que subir una fuerte cuesta”. El día 10 el cerro sufrió un fuerte ataque de la artillería y los republicanos avanzaron apoyados por unos 15 o 20 tanques rusos y numerosas armas ametralladoras, con lo que los defensores del cerro volvieron a verse superados entre dos fuegos.

Entre las tropas franquistas cundió el pánico y algunos empezaron su huida hacia Boadilla, siendo alcanzados y apresados por los republicanos. En estos momentos de confusión, jugó un papel fundamental el capitán Estanislao Gómez Landero. El capitán arengó y coordinó a sus tropas, al parecer con gran valor, lo que permitió continuar controlando el cerro.

Gómez Landero cae herido y sus tropas pretendieron evacuarlo. Sin embargo, el testimonio del soldado anónimo dice que el capitán respondió: “¡Quita de ahí, chaval!... Es un grano que se me ha reventado”. El ataque continuó y el capitán Gómez Landero otra vez fue alcanzado, en esta ocasión mortalmente por una bala en el vientre.

El día 11, en uno de los ataques al cerro Mosquito, fue alcanzado y murió el comandante de la brigada Lincoln Oliver Law, que era el único oficial negro en las brigadas internacionales.

El 12 de julio el ataque republicano quedo paralizado habiendo alcanzado unos 12 km al sur de Brunete; y el 15 de julio, el general Miaja decide parar el avance y comenzar la defensa.

 

Últimos días de combate

La contraofensiva franquista comenzó el 18 de julio apoyada por la superioridad aérea de la Legión Cóndor, aunque la defensa republicana era muy intensa. Ambos combatientes mostraban ya el cansancio de varios días de batalla y, sobre todo, acusaban el asfixiante calor.

Tras diferentes ofensivas en el valle del Guadarrama, el 24 de julio ataca el sur de Brunete con una importante concentración de tropas y artillería, avanzando en su ataque y finalizando la batalla el día 27, dejando la divisoria entre ambos bandos unos kilómetros al norte de Brunete.

El día 25 de julio, en la retirada de las tropas republicanas, fallece la fotógrafa de guerra Gerda Taro en un accidente al caer del estribo del vehículo del general Walter y ser atropellada por un tanque.

Las pérdidas fueron muy numerosas: las tropas republicanas sufrieron 25.000 bajas, entre muertos y heridos, mientras que el ejército sublevado tuvo 17.000.También fue muy importante la pérdida de cerca de 100 aviones del ejército republicano y 25 del ejército franquista.

 

El palacio, centro de mando del general Varela y hospital

El general Varela tuvo su centro de mando en el palacio del Infante don Luis, que también funcionó como hospital. Allí tuvo lugar un desagradable episodio que nos cuenta en su libro Mis amigos muertos (1971) Juan Ignacio Luca de Tena, que por entonces formaba parte del estado mayor del general.

Un comandante del ejército franquista, cuyo nombre se omite ex profeso, abandonó a sus tropas cuando se vieron superadas por el ejército republicano. Los republicanos “acuchillaron despiadadamente” a las tropas franquistas y su comandante desapareció.

Días después, se presentó el comandante al general Varela en el Palacio de Boadilla, donde este tenía su despacho junto al de sus oficiales, con la intención de justificar su huida.

Un teniente coronel intento disuadirle, pero el comandante entro en el despacho de Varela. Luca de Tena escuchó que el general dijo: “¡Es usted un cobarde!”, a lo que el comandante contestó: “¡a sus órdenes mi general!” Se dio media vuelta y salió del despacho. A los pocos segundos, se oyó un disparo.

En uno de los pasillos del palacio, el comandante se había disparado un tiro en la sien. El general Varela salió de su despacho al escuchar la detonación y, al encontrar el cadáver del comandante, “hincó una rodilla ante el cadáver y lo besó en la frente. Luego nos dijo:¡pobre!...Yo hubiera hecho lo mismo. ¡Que lo den como muerto en el frente enemigo!”