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José Luis Olaizola: "Boadilla es mi propio paraíso"

Entrevista con el escritor y presidente del ONG Somos Uno, José Luis Olaizola.

 

El escritor José Luis Olaizola nació en San Sebastián en 1927. Vive en Boadilla desde hace 33 años. En el recorrido de su vida le ha dado tiempo a tener 9 hijos (uno de ellos murió), ejercer la abogacía y escribir casi 70 libros de diversos géneros y con los que ha ganado bastantes premios de reconocimiento literario, entre ellos el Planeta de 1983 por su novela La guerra del general Escobar, una de las mejores obras sobre la Guerra Civil española. Preside la ONG Somos Uno, dedicada a lucha contra la prostitución infantil en Tailandia mediante la escolarización de las niñas en riesgo de ser presas de la industria del sexo.

 

¿Cuánto tiempo lleva viviendo en Madrid? Desde 1936, cuando empecé a jugar al rugby, mi deporte favorito, hasta que conocí a mi mujer, hace la friolera de 55 años. El rugby lo tuve que dejar porque por entonces no se comía del deporte profesional. Después estudié Derecho, que me costó muchísimo porque era muy mal estudiante, y ejercí la abogacía durante 15 años. Conseguí ser un abogado de prestigio pero mi verdadera vocación la encontré en la literatura.

 

¿Cómo ha influido la literatura en su vida? Escribir ha ocupado gran parte de mi tiempo y me ha permitido sacar a mi familia adelante sin preocupaciones. Mi mujer me ayudó, ya que aceptó estar casada con un escritor en vez de con un abogado distinguido. Tuve la suerte de poder editar mi primer libro en una editorial bastante prestigiosa, lo que me animó.

 

Ha cultivado casi todos los géneros literarios. ¿Cuál le gusta más? Soy un escritor versátil, igual escribo para niños que para adultos. Lo que más me gusta, quizá, sea la novela. Me encanta descolgar a los personajes de la historia, deshumanizarlos, para que el lector se anime a leer y vea la otra cara de los personajes.

 

De toda su obra, ¿cuál es su libro favorito? Me gusta Cucho –libro con el que ganó el Premio Barco de Vapor en 1982– por cómo surgió y lo que ha supuesto luego. Tengo una hija que contrajo una leucemia casi mortal, y con el tratamiento tan severo que le pusieron casi no tenía ganas de comer. Yo me inventaba historias que contarle para que comiera y, al final, mis hijos me animaron a publicarlas. Están recogidas en el libro de Cucho.

 

Gracias a esto, no sólo gané el Premio Barco de Vapor. Hace siete años, una profesora de Bangkok (Tailandia) me pidió que le cediera los derechos del libro para poder editarlo en su idioma. El dinero que sacó, lo empleó en crear una escuela para los niños pobres, un huerto para que pudieran comer y una barbaridad de cosas que nunca me habría imaginado. De esta forma me fui convirtiendo en un mecenas.

 

¿Cómo influyó este hecho en su vida? En 2002 fui a Tailandia a visitar esas instalaciones y a dar una conferencia. Allí conocí a Alfonso de Juan, un misionero jesuita que llevaba años luchando contra la prostitución infantil. Eso me animó a escribir en Telva –revista con la que colabora habitualmente– un artículo sobre la prostitución infantil, y puse mi cuenta corriente para que los lectores que lo desearan pudieran hacer sus donaciones y ayudar en esta lucha. Fue todo un éxito. Hasta tal punto que decidimos constituir la ONG Somos Uno.

 

Es una organización totalmente familiar: yo soy el presidente y mis hijos, los consejeros. Es la mejor herencia que les voy a dejar: una ONG que lucha contra la prostitución infantil en Tailandia y que les llena tanto como a mí. Además con coste cero pues nosotros corremos con todos los gastos de funcionamiento. Así, todo el dinero recibido de las donaciones va destinado en su totalidad a ayudar a los niños en Tailandia.

 

Es profundamente religioso, miembro del Opus Dei...  La religión ha influido mucho en mi mida. De jovencito yo era un desastre. No daba ni golpe y el estudiar la carrera fue algo caótico. Llevaba una vida disparatada que realmente no me hacía feliz.

 

Cuando conocí a mi mujer, la cosa cambió. Empecé a estudiar por ella, para poder ser un marido decente y sacar a una familia adelante. Cuando terminé la carrera, conocí lo que representaba el Opus Dei a través de mi amigo Gregorio López-Bravo. En el Opus el principal medio para santificarse es el trabajo, lo que me ayudó aún más a sentar la cabeza. Llevo casi cincuenta años vinculado al Opus Dei, lo que en lo personal me ha beneficiado mucho, pero no tanto en lo profesional, pues me ha cerrado algunas puertas.

 

¿Le gusta Boadilla? Es mi paraíso personal porque aquí lo tengo todo: tranquilidad, facilidades para practicar deporte, lo que me encanta, y mi casa, desde donde escribo mis libros. Aunque parezca un pecado, podría decir que Boadilla me gusta más que San Sebastián, mi tierra natal.