Boadilla y su historia

Gran fiesta de despedida en 1916 de la temporada de caza en Boadilla

'Gran Vida' es una de las primeras revistas españolas dedicadas al deporte. Una práctica exclusiva de la alta sociedad a principios del S. XX. En 1916, dedicaron varias páginas y fotografías para relatar el fin de la temporada de caza. Todo un acontecimiento social cuyo escenario fue el Palacio del infante don Luis.

 

La revista Gran Vida se trata de una de las primeras publicaciones de carácter deportivo en nuestro país iniciando su andadura en junio de 1903 y publicando su último número en diciembre de 1929. Sus inicios responden a la necesidad de modernización de España, de regeneración a finales del siglo XIX, y de sumarse a las corrientes francesa e inglesa en que la práctica deportiva cada vez tenía más auge.

Si bien inicialmente el deporte estaba reservado a las minorías aristocráticas y a la alta burguesía, su práctica se fue generalizando con el avance del siglo XX. Como resultado de esta práctica surgieron diferentes medios en la prensa escrita que dedicaban buena parte de sus páginas o incluso tenían una dedicación exclusiva, como es el caso de Gran Vida, España Sportiva (1917), Heraldo Deportivo (1915), MadridSport (1916) y Madrid Sporting (1922) entre otros.

 

Revista deportiva y de crónica social

Fue fundada y dirigida por Vicente de Castro, escritor costumbrista aragonés que inicialmente desarrollo su trabajo en periódicos de su región y que posteriormente le vemos en revistas y periódicos en Madrid. Fue cofundador de la Asociación de la Prensa de Madrid y sus trabajos figuran en Blanco y Negro, Nuevo Mundo, Heraldo de Madrid, Mundo Gráfico, la Ilustración Española y Americana o Por esos mundos.

Gran Vida tenía una periodicidad mensual, con cubierta a dos tintas y un precio inicial de 50 céntimos. Su subtítulo era Revista ilustrada de sports y en su segundo número la editorial refiere que “...con los leales propósitos manifestados en nuestro primer número, de consagrarnos al fomento del sport, tan decaído en España, hemos logrado despertar generosos entusiasmos, y tenemos en mucha estima las cartas y los ofrecimientos con que personas distinguidas nos estimulan y alientan en esta noble empresa...”.

La Sociedad Hípica Española y el Madrid Polo Club desde el número 2 eligieron a Gran Vida como órgano oficial y como reza en su editorial, entre sus suscriptores figuran “...augustos nombres...” y “...las personalidades más ilustres y conocidas en la Grandeza, en las armas y en los sports...”. Era evidente que a inicios del siglo XX la actividad deportiva todavía estaba relegada a las clases pudientes.

La revista solía tener unas 36 páginas y destacaba por sus numerosos reportajes y la gran cantidad de fotografías que incluían y que nos ayudan a conocer de primera mano parte de nuestra historia, ya que también solía incorporar reportajes sobre turismo y viajes a ciudades, monumentos o lugares pintorescos.

Tanto el perfil de los suscriptores como la naturaleza de buena parte de los deportes reseñados (caza, tiro, polo, billar, esgrima, hockey, etc.) nos inducen a considerar que constituía de igual modo una revista de crónica social.

Los variados y originales anuncios que incorporaba la revista constituyen un importante testimonio para conocer la evolución de la publicidad en el primer tercio del siglo XX en nuestro país.

 

 

Fiesta en el palacio

El número que nos interesa es el 154 correspondiente al mes de marzo de 1916 en el que Ricardo del Rivero Iglesias firma un reportaje sobre una cacería que partió del Palacio del Infante don Luis en Boadilla del Monte. Del Rivero era un funcionario de Hacienda que también ejerció de reportero y fotógrafo en La Ilustración Española y Americana, Blanco y Negro y Gran Vida, recibiendo diferentes premios por sus trabajos fotográficos.

El artículo, de cuatro páginas, lleva por título La clausura de la caza y versa sobre la importancia de la finalización de la temporada de caza en lo que se considera un auténtico acto solemne.

La Sociedad de la Caza, organizadora de estos eventos, tenía un chalet frente a la antigua Venta de la Rubia (todavía hoy existente y dedicada a la cría caballar), situada en el km 10,6 de la carretera de Extremadura, en el término municipal de Alcorcón, donde acudían las “...más lindas muchachas y los más apuestos mancebos de nuestra aristocracia...”.

A pesar de que el chalet se había perdido en un incendio, el domingo 12 de marzo a las dos de la tarde y “...sin arredrase por la lluvia...”, S. M. la reina Victoria, las infantas doña Luisa y doña Beatriz, los infantes don Carlos y don Alfonso y gran número de cazadores de ambos sexos –ellas vestidas de amazonas en color negro y ellos con sus casacas en color rojo y blancos calzones– “...salieron a galope detrás de los perros..”, todo ello organizado por el marqués de la Mina, el conde de Torre Arias y Carlos Barbería.

Pero el autor del artículo nos cuenta que la cacería solo era un pretexto ya que el objeto principal era la fiesta preparada en el palacio de Boadilla del Monte, que había sido cedido para el evento por los herederos del Duque de Alcudia.

En los salones de la planta baja se dispusieron las mesas para servir la espléndida merienda a los cazadores e invitados. Tras la merienda, se retiraron las mesas y comenzó la música madrileña de dos organillos, “...se olvidó la etiqueta, imperó la democracia y desde S. M. el Rey, que había acudido a Boadilla a última hora, después de presidir una solemnidad académica, hasta el último de los invitados, todos se confundieron bailando sobre las viejas baldosas del salón chotis y habaneras con el mismo clasicismo que en las verbenas los bailan los hijos del pueblo de Madrid..” “...el rey con uniforme de marino, que alguien encontró muy oportuno dada la cantidad de agua que caía...”.

Las cinco fotografías que incorpora el artículo se toman en los jardines del palacio de Boadilla

Las palabras y la prosa de Ricardo del Rivero son exquisitas y gráficas. La fiesta acabó con la noche y al final del artículo se consignan los participantes, todos ellos de lo más granado de la aristocracia y alta burguesía madrileña.

Las cinco fotografías que incorpora el artículo se toman en los jardines y nos muestran a los cazadores posando en la puerta del palacio que da a los jardines, montados a caballo y con la jauría de perros, presidiendo algunas de las escenas la propia reina Victoria. Como curiosidad, señalaremos el importante parterre hoy desaparecido, que transcurre adosado a la fachada del palacio que da al jardín, como se ve en la imagen superior.