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Emilio Piñero, un sueño cumplido

Empresario desde muy joven, Emilio ha mantenido latente hasta su jubilación su sueño de escribir un libro. Y no solo lo ha conseguido, sino que ya va por el tercero, 'Las doce tribus' (Ed. Nueva Estrella), que saldrá publicado en breve. Su familia y su fe, sus grandes apoyos. Un hombre resiliente al que enamora contar historias.

 

Emilio Piñero Guilamany, 74 años y de Barcelona, se vino hace tres a vivir a Boadilla del Monte. Casado, tiene tres hijos y 10 nietos. Ha sido siempre una persona con inquietudes profundas y, sobre todo, con mucha capacidad para salir adelante.

Estudio Empresariales y en la Escuela de Radiodifusión, especializándose en guion. La vida hizo que la balanza se inclinará a favor de la empresa familiar, dedicada a la madera, dejando su faceta creativa delante de un folio en blanco en segunda plano hasta que se jubiló.

“Toda mi vida he sido empresario, de pequeña empresa. Y me ha ido bien. Pero también me he arruinado dos veces. Ahora que acabo de cumplir mi 50 aniversario de boda, valoro mucho cómo lo hemos superado”, cuenta.

Tras esos dos momentos críticos en los que lo perdió todo, y muchas peripecias después, montó una tienda de vinos especializada en el barrio barcelonés de Pedralbes. “Han sido 20 años en los que hemos trabajado muchísimo, pero los números iban saliendo y, sobre todo, nunca hemos comido ni bebido mejor” [ríe].

¿Cómo se reencontró con la escritura? Siempre tuve la ilusión de escribir un libro. La oportunidad llegó cuando me jubilé con 65 años y un día. Mi mujer me decía que no me veía en casa sin hacer nada. Y me recordó mi sueño de escribir. Al principio me dio un poco de miedo escénico, así que empecé con algo facilito. Algo sobre mi vida.

La primera novela, Lo que el silencio grita, la escribí en tres meses. Tenía la idea desde hacía muchos años. Se publicó en 2022. Y en 2024, la siguiente, La puerta entornada. Ambas con la editorial Nueva Estrella. Y ahora, en pocas semanas tendré en mis manos la tercera, Las doce tribus.

Esta novela se desarrolla en Boadilla... Sí, así es. El lector puede recorrer sus calles página a página. En la historia seguimos los pasos de un personaje turbio que compra a una mujer como esclava sexual, pero, a pesar de las apariencias, no es nada morbosa. Eso no va conmigo. Conozco un poco ese ambiente porque en Barcelona me dediqué al rescate de prostitutas de la calle. Además, en el libro hay espacio para la esperanza con un milagro que sitúo en la capilla de las monjas.

"Todas las novelas tienen algo que ver con su autor. A mi me gustaría que, a través de ellas, llegará a los demás lo que yo veo y siento de Dios"

¿Se inspira siempre en su experiencia?

Todos mis libros están basados en cosas relacionadas conmigo, aunque muy diluidas en la trama. Pero sí, el hilo conductor soy yo. El que me conoce bien podría reconocer escenarios, detalles...

De todos modos, creo que todas las novelas tienen algo que ver con su autor. A mi me gustaría que, a través de ellas, llegará a los demás lo que yo veo y siento de Dios. Así es más entretenido. Luego, si alguien quiere estudiar filosofía o teología, pues perfecto.

Quiero que la gente se dé cuenta de que Dios está en ellos. Aunque te comportes de mala manera, está. Solo hay que barrer lo que sobra. Él quiere nuestra amistad, pero respeta nuestra libertad.

¿Las portadas también tienen un significado? Sí. Yo no quería ilustrar mis novelas con una fotografía de archivo, así que pensé en proponerle a un artista que pintara una imagen en función de lo que le inspirase la historia. Y así ha sido en todas. La autora de la portada de Las doce tribus es de Boadilla, Charo Artadi.

Próximos proyectos... Ya tengo otra novela en marcha. Rojo y azul, ni trio ni full. Habla sobre la guerra civil y la División azul en Rusia. Mi padre estuvo allí. Es una novela de guerra, sin guerra. La guerra está en el corazón de la gente.

¿Por qué se vino a vivir aquí? Mis tres hijos se marcharon de Barcelona y sentíamos mucho ese vacío. Tengo un hijo en Madrid, una hija en Alemania y otra en Boadilla. Esta zona nos gustó mucho. Y gracias a Dios, encontramos una casita preciosa con jardín donde estamos muy a gusto.