Boadilla y su historia

Los azulejos de la cocina del palacio

Cincuenta y dos azulejos recorren el friso de la cocina del palacio intercalados con baldosas rojas. Decorados con la técnica de cuerda seca, representan escenas del Quijote y fueron colocados entre 1913 y 1922.

 

La restauración de la cocina del Palacio del Infante don Luis llevada a cabo durante los últimos tres meses del 2022 nos ha permitido documentar e investigar el friso de azulejos que recorre la mayor parte de las paredes de este espacio. Se trata de 52 azulejos de morfología cuadrada que se intercalan con baldosas de color rojo.

Están decorados con la técnica de cuerda seca, bien conocida desde el siglo X, y que consiste básicamente en que previamente a la cocción se delinea con oxido de manganeso y materia grasa un dibujo geométrico o figurativo, generando diseños cerrados que posteriormente se rellenan mediante la aplicación de diferentes colores que no se expanden más allá de las líneas previamente trazadas.

La parte trasera de estos azulejos presenta una inscripción en relieve que nos ilustra sobre su origen y cronología: “RAMOS REJANO. SEVILLA. ESPAÑA” y en el centro de la pieza las letras MR coronadas por una cruz.

Manuel Ramos Rejano (1851-1922) compró en 1876 junto a su hermano el Bazar Sevillano, donde inicialmente se vendían juguetes, bisutería fina y más tarde cerámica, tras relacionarse con importantes ceramistas y pintores sevillanos. Así, desde 1895 se dedica plenamente a la fabricación de cerámicas vidriadas de gran calidad artística en pleno barrio de Triana, hasta su fallecimiento en que la fábrica pasara a denominarse Viuda e hijos de Ramos Rejano, cerrándose definitivamente en 1965 ya con el nombre de Hijos de Ramos Rejano.

Manuel Ramos no tuvo una formación artística, pero supo contar con buenos pintores y artesanos, logrando esmaltes y colores de gran pureza y calidad, y que junto con otras fábricas contribuyó al auge de la cerámica sevillana en lo que ha venidos a denominarse el regionalismo andaluz propio de los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX.

La mayor parte de los trabajos de esta insigne fábrica los encontramos en Sevilla, pero en Madrid también contamos con algunos ejemplos de los trabajos de Ramos Rejano, como las ricas decoraciones de azulejería en zócalos y arrimaderos en el antiguo Palacio de Comunicaciones, hoy Ayuntamiento de Madrid, y en el antiguo Hospital de Jornaleros en la calle Maudes.

 

Las escenas del Quijote en la azulejería sevillana tienen un punto de partida con las 368 piezas que decoran los bancos de la denominada Glorieta de Cervantes en la plaza de América del Parque de María Luisa en Sevilla, y que fueron diseñadas en 1913 por el pintor ceramista Pedro Borrego Bocanegra para la fábrica de Ramos Rejano.

El éxito de estos azulejos supuso un gran desarrollo y producción de estas escenas quijotescas, no solo por parte de la fábrica de Ramos Rejano sino también por otras sevillanas como Rodríguez y Compañía, Montalván y Mensaque, representando así un símbolo de la cultura hispánica que se difundirá tanto por España como por Hispanoamérica.

Los 52 azulejos de la cocina del palacio de Boadilla se corresponden al período comprendido entre 1913, en que se inició esta exitosa producción temática, y 1922, en que falleció Manuel Ramos Rejano y la fábrica paso a tener otra denominación.

Francisco Pérez Cabrera señala en su estudio de 2007 titulado Don Quijote en los espacios públicos sevillanos. Estudio de los materiales didácticos (actas del Congreso Cervantes, El Quijote y Andalucía, Sevilla), que los diseños de estos azulejos cervantinos responden a “...copias simplificadas de cuadros, grabados o bocetos de autores más o menos conocidos, de fines del XIX o comienzos del XX...”, e incluso que el pintor de los azulejos, Pedro Borrego, “... debió inspirarse en el llamado Quijote del Centenario de Ricardo López Cabrera, publicado en ocho tomos, cuatro de ilustraciones, que van apareciendo en Madrid entre 1905 y 1908”.

Los azulejos de la cocina del palacio de Boadilla del Monte debieron colocarse en alguna pequeña reforma de este espacio acometida en un momento entre 1913 y 1922 y responde a la expansión del modelo regionalista historicista andaluz. Representan diversas escenas reconocibles del Quijote, si bien entre los 52 azulejos de la cocina hay varias repeticiones de algunos de ellos.