Conoce a

Antonio Murillo, una persona con un don muy especial

Entrevista a Antonio Murillo, presidente de la Hermandad de la Virgen de la Milagrosa.

 

Desde muy pequeño ha tenido lo que el llama “algo especial”. Un don que le permitía entrar en contacto con la Virgen de la Milagrosa. Apariciones que, nos cuenta Antonio Murillo (gaditano de 59 años y vecino de Boadilla desde que tenía 12), han sido costantes durante toda su vida.


Guiado por la Virgen, hace 17 años Antonio acudió bajo el único alcornoque  que, sepamos, hay en el monte de Boadilla. Es en este rincón, situado en la Finca de La Milagrosa, abierta al público casi desde entonces, donde cada miércoles van a rezar sus seguidores a las seis de la tarde. Aunque el día en el que más personas acuden a escuchar bajo el árbol lo que la Virgen les transmite a través de Antonio, es el 27 de cada mes.


¿Qué tiene este árbol y lugar que no tengan otros? Todos los sitios en los que hay apariciones dan paz espiritual frente al mundo material, lo que creo que ya es bastante.


Y si el proyecto para construir aquí una residencia de ancianos hubiera salido adelante, ¿qué hubiera pasado con ustedes? La Virgen nos dijo en un mensaje que estuvieramos alerta, pero tranquilos, porque aquí la mano del hombre no llegaría. Y así ha sido, aunque intentos no han faltado.


¿Qué le gustaría que se hiciera en esta parte del monte? Queremos que se deje como está, aunque sí nos gustaría que nos permitieran ampliar un la capilla que hemos levantado junto al árbol en el que se aparece la Virgen.
¿Tanta gente acude a rezar y a escucharle? Sí, sobre todo el día 27 de cada mes, que son en los que hay mensaje de la Virgen. Vienen autobuses de Madrid, Castilla-La Mancha...


Supongo que  será por algo. Tenemos situaciones, anécdotas y testimonios de personas, como curaciones o determinados fenómenos que hemos vivido aquí, que sólo se pueden explicar por la intervención de algo superior a nosotros.


No parece perseguir la fama. No me gusta. Aquí venimos a rezar. Terminamos, y nos vamos a casa. Tampoco queremos dinero, salvo para mantener la capilla. El resto, se le entrega al parroco de Boadilla, que lo destina a un comedor de Perú en el que comen a diario 300 niños.