Boadilla y su historia

La Condesa de Chinchón

Hija del Infante Don Luis, María Teresa de Borbón y Vallabriga logró el título de Condesa de Chinchón por cesión de su hermano, Luis María. Fue esposa de Godoy, un matrimonio de conveniencia del que nació una hija. Murió exiliada en París en el año 1828.

 

En la Capilla del Palacio de Boadilla se encuentra el sepulcro de la hija del Infante don Luis, María Teresa de Borbón y Vallabriga, la Condesa de Chinchón. Fue encargado en 1829 por su única hija, Carlota, al escultor Valeriano Salvatierra, que lo realizó en mármol rojo, y sobre él, una escultura representa el busto de perfil de la Condesa sobre una columna junto a un joven arrodillado. Una inscripción en latín, sobre mármol negro, alude a madre e hija.

 

María Teresa nació en Velada (Toledo) el 26 de noviembre de 1780, en el palacio de los Condes de Altamira. Al igual que sus hermanos, no podía utilizar el apellido Borbón, y fue inscrita con el de la madre, Vallabriga.

 

Pasó sus cinco primeros años en el palacio de Arenas de San Pedro (Ávila). A la muerte de su padre, por orden de su tío el rey Carlos III, fue trasladada con su hermana María Luisa al Convento de San Clemente de Toledo.

 
Un matrimonio de conveniencia


Allí permaneció doce años, hasta que reinando ya su primo Carlos IV y su esposa María Luisa de Parma, ésta decidió buscar una mujer a su favorito Manuel Godoy con el objetivo de acabar con los rumores de la vida libertina que llevaba. Nadie mejor que la tierna niña María Teresa, inexperta, de vida austera, modosa y además de sangre real, para elevarlo al rango familiar. Parecía la esposa ideal.

 

La noticia de su compromiso fue recibida por María Teresa con cierta alegría, pues por fin saldría de aquel aburrido encierro para convertirse en la esposa de un hombre importante, muy ligado a la vida pública y a la familia real, que le iba a proporcionar una vida cómoda y respetable.

 

Además, ella y su familia serían compensados por los reyes: se restituiría el primer apellido Borbón a los tres hermanos y los privilegios que les correspondían por nacimiento; serían aceptados en la corte con todos los honores correspondientes a su rango; les concedería Grandeza de España de primera clase, permitiéndoles utilizar el escudo y las armas de la familia Borbón...


Había que enmendar los errores cometidos en el pasado por Carlos III con el Infante don Luis. El hermano mayor de la condesa, Luis María, que había intervenido en las negociaciones de la boda, en poco tiempo sería nombrado Arzobispo de Toledo y de Sevilla.

El 2 de octubre de 1797 se celebraba la boda, con toda pompa, en el monasterio de San Lorenzo de El Escorial.


Pero pronto vendría el desencanto. Apenas recién casados, María Teresa pudo comprobar que su esposo no le profesaba ni amor ni respeto. Godoy estaba enamorado, desde hacía tiempo, de Pepita Tudó, que convivía con ellos en la misma casa y descaradamente acudía a los actos públicos y privados al lado de Godoy. Esta tensa situación hizo que la joven, retraída y tímida, se fuera encerrando en sí misma, acumulando un odio a su marido cada vez más intenso.

 
Una vida desdichada

En 1800 nació la única hija de la pareja, Carlota Luisa. Su llegada tampoco sirvió para hacer feliz a la recién titulada Condesa de Chinchón (por cesión de su hermano). Godoy, a su vez, se lamentaba en sus cartas a la reina del mal carácter de su esposa y de sus rarezas. E incluso del poco caso que hacía a la niña, a la que él llamaba cariñosamente “la mona”, y por la que sentía una gran debilidad, pues le contaba a la reina los más pequeños detalles y gracias de su hijita... A la vez que criticaba y despreciaba a su esposa: “…pocas almas habrá tan patéticas e indiferentes…”, escribía de ella.


Poco años más de infelicidad conyugal le quedaban a María Teresa, pues los extraordinarios acontecimientos de 1808 darían un giro radical a sus vidas.
Después del Motín de Aranjuez, en el que Godoy era detenido en su palacio de Aranjuez y encarcelado, la condesa huía a Toledo al lado de su hermano, abandonando para siempre a su odiado esposo. Dejó a su hija con los reyes, que la llevarían consigo al exilio. A ellos se uniría poco más tarde Godoy.

 

Con la invasión de los franceses empezaba otro período difícil y triste para la Condesa. Ella y su hermana dejaron de percibir la renta que se les había asignado y perdieron todo lo que tenían.

 
El 8 de noviembre de 1821, su hija Carlota se casó en Madrid con el príncipe italiano Camilo Rúspoli Khevenhuller.


Tras la muerte de su hermano, Luis María, en 1823, la condesa se exilió en París, donde se reunió con su hermana María Luisa (duquesa de San Fernando) y su esposo, pero tampoco mejoró su vida.

 

Vivió un tortuoso romance con el coronel Mateos, que se enriqueció a su costa e incluso la maltrataba. Tras una larga y penosa enfermedad, la Condesa de Chinchón moría el 24 de noviembre de 1828. Su hermana María Luisa se ocupó de trasladar sus restos al Palacio de Boadilla.


La historia de un cuadro


El famoso retrato de la Condesa de la Chinchón, pintado por Goya y adquirido por el Museo del Prado en 2000, pasó la Guerra Civil española en Ginebra. Lo había enviado el duque de Sueca, junto con otras obras, para salvaguardarlo de la catástrofe. Un obús cayó en el palacio de la calle Barquillo, mató al duque pero, poco después, el cuadro volvió a su lugar, en los salones donde había estado más de cien años.