Motor

Sillitas en sentido opuesto: mucho más seguras

Colocar a un niño en el sentido de la marcha del coche lo expone a un riesgo de lesiones graves más elevado, en caso de accidente, que hacerlo en sentido opuesto. Así lo recomienda Tráfico. En todo caso, el menor de ir acomodado en un sistema de retención infantil (SRI)

 

Hace poco entraba en vigor la nueva normativa que regula la colocación de los niños y de las sillas infantiles en los coches. Pues bien, diversos estudios señalan que colocar a un niño de espaldas a la marcha, como recomienda la DGT, aumenta la probabilidad de que salga ileso de un accidente nada menos que en un 500 por ciento. 

Cuando un niño pequeño viaja en sentido de marcha sujeto a una silla con arnés o con escudo que le inmoviliza el torso, y el coche se detiene súbitamente, todo su cuerpo debería salir proyectado hacia delante. Al estar la silla amarrada al asiento y su torso sujeto a la silla, lo único que puede desplazarse con una fuerza brutal es la cabeza, estirando el cuello hasta romperlo. 

Sin embargo, si la silla va instalada de espaldas, el respaldo hace todo el esfuerzo: la cabeza queda apoyada sobre éste y el cuello no se estira; así que el niño no sufre daños. Este método es obligatorio en España hasta, al menos, 4 años de edad. 

Riesgo de distracción

¿Pegas? Llevar al niño de espaldas al adulto puede provocar mayor distrac­ción del conductor al no poder comprobar el estado del niño. Pero, sin ir más lejos, en Suecia, unos de los países líderes en baja siniestralidad, llevan a los niños pequeños en esta posición desde hace medio siglo. 

Dicho esto, hay que tener presentes otros problemas relacionados con los sistemas de retención infantil (SRI). Sin ir más lejos, la falta de información sobre cómo elegirlos, las diferencias existentes entre unos y otros… Muchos usuarios escogen sillas ineficaces por grandes y, otras veces, por pequeñas. 

La instalación incorrecta y los errores en la adaptación –las sillas, por lo general, cambian a medida que los niños crecen, por lo que se producen muchos fallos relacionados con el tamaño, el ajuste de los arneses y del cinturón de seguridad– son, además, errores frecuentes. 

Hay que tener en cuenta la edad, el peso y la altura del menor para decidir su sistema ideal. A partir de los 4 años, por ejemplo, se debe pasar a sillas de grupo 2/3, que son elevadores con o sin respaldo, y alargar su uso hasta que alcancen 150 centímetros de estatura. La eficacia de estas sillas, instaladas en el sentido de marcha, depende del diseño del reposabrazos, la parte más importante y en la que más hay que fijarse. 

El precio de una silla no siempre responde a su seguridad: hay sillas caras de eficacia cuestionable y otras muy eficaces razonablemente asequibles. El precio medio de una silla eficaz ronda los 350 euros para dispositivos hasta 4 años, y 200 para los que se usan de 4 a 12 años.