Boadilla y su historia

La iglesia del Convento

De un estilo austero, propio del barroco madrileño, la iglesia fue restaurada en 1998 junto al resto del conjunto al que pertenece.

 

El mes pasado, describíamos el Convento de la Encarnación de Boadilla y dejamos para esta edición la iglesia ya que consideramos que por su importancia se merecía un artículo independiente.

 

La iglesia forma parte del mismo conjunto arquitectónico del convento. Su fachada mantiene el mismo estilo austero del resto, típico barroco madrileño. Sólo tiene una puerta de entrada, enmarcada por una portada de piedra constituida por dos cuerpos separados por un entablamento. El primero aloja la puerta de entrada, de madera. Y el segundo está compuesto por un frontón en cuya hornacina se encuentra un relieve en alabastro que representa el misterio de la Encarnación, al que está dedicado el templo. Sobre él encontramos una ventana, y a los lados, en piedra, los escudos de armas de los fundadores del convento. Como remate del frontispicio, dos bolas de piedra herrerianas y una cruz coronan la fachada.

 

En un lateral del tejado se culmina la iglesia con una espadaña de ladrillo visto para alojar las campanas, ya que carece de torre. Elemento arquitectónico que sirve, desde hace muchos años, de soporte para los nidos de las cigüeñas que allí decidieron quedarse.

 

Las dos campanas de la iglesia tienen grabadas las siguientes inscripciones: la campana grande, fabricada en bronce, fue encargada por el cura don Aquilino Sevilla a Arcos y Cía. en Guadalajara, en 1881 y su leyenda dice: “María Regina sin labe concepta. Ora pro nobis”. La pequeña, hecha en bronce y plata, se refundió en 2000 por encargo del actual párroco, Julio Rodrigo, pues se encontraba rajada y había sido soldada varias veces desde su realización en 1813. Su inscripción reza: “Ntra. Sra. de los Dolores. Me fecit. Campanas Rivera, Montehermoso (Cáceres)”.

 

La planta de la iglesia es de cruz latina, con un coro alto a los pies y dos capillas laterales. Su distribución recuerda de nuevo a la de la Encarnación de Madrid.

 

En el crucero de la nave mayor se abren dos capillas. En la del lado del Evangelio se encuentran dos balcones que corresponden a la tribuna reservada a los fundadores para seguir las celebraciones religiosas, y que aún hoy se conserva.

 

Obras de arte


De los objetos de valor de su interior poco queda, pues hace pocos años las monjas carmelitas fueron vendiendo las obras de arte para ir subsistiendo y sufragarse el nuevo edificio que les serviría de residencia.

 

En el convento existían dos magníficos retratos de sus fundadores, Don Juan y Doña María, atribuidos al pintor Juan Carreño de Miranda, y que fueron comprados por una institución bancaria, pero de los que se encargaron copias para decorar el convento.

 

En el altar mayor se encontraba un retablo con dos lienzos de Francisco Solís. Uno representaba la Anunciación, y el otro, un Sansón en su Tabernáculo.

 

Trabajos de recuperación


En 1981 el Ministerio de Cultura llevó a cabo algunas reformas urgentes para evitar la ruina de las cubiertas y las bóvedas. Aún tendrían que esperar los boadillenses unos años para ver la iglesia totalmente restaurada y en perfecto estado. La comunidad carmelita, una vez levantó un nuevo templo a espaldas del actual, cedió al Obispado de Getafe el uso de la iglesia.

 

Fue en 1998, a la vez que el convento, cuando bajo la dirección del arquitecto  José Ramón Duralde, se acometió su total y definitiva restauración. Se repararon las cubiertas y los tejados. Se instaló calefacción de aire caliente, mediante canalizaciones bajo el solado, que se hizo de piedra de Colmenar, con tradición en Madrid. Este material duradero sustituía la vieja madera, que en alguna antigua reforma había cubierto el ladrillo tejar original y que se encontró en muy malas condiciones.

 

En el interior del templo se recuperaron las pinturas murales al fresco que ocupan las pechinas de la cúpula –cuatro blasones con los escudos de los fundadores– y la inscripción que recorre el friso del entablamento alrededor de todo el templo.

 

La cabecera de la iglesia se encontraba totalmente desprovista de decoración por lo que el Obispado donó un pequeño retablo del siglo XVI. También había desaparecido todo el mobiliario, así que se diseñó la mesa de altar, el ambón y la credencia a imitación de piezas barrocas acorde con el templo. Para el nuevo retablo se adquirió una imagen de la Virgen.

 

En los brazos del crucero se instalaron dos pequeños retablos rescatados del antiguo templo de San Cristóbal, y se encargaron al escultor Jesús Curiá dos imágenes representando a San Cristóbal y a San Babilés, patrón de Boadilla.

 

En la nueva zona del confesionario, se colocó el Cristo que, según cuentan, fue escondido en un pozo durante la guerra civil para que no sufriera daños, y luego fue rescatado.

 

Todo el conjunto fue declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto Histórico según decreto 2384/1974 de 20 de julio, junto con el palacio del Infante don Luis.

 

Las dependencias contiguas también se restauraron. Era lo que había sido la antigua casa de los fundadores, con acceso independiente desde el atrio anterior del templo, y por el que se comunicaba a través de dos balcones abiertos junto al crucero.

 

Al lado del conjunto monumental se encontraba la antigua casa de capellanes. El edificio original desapareció, pero tras derribar la casa existente, se está reconstruyendo.