Nos hemos acercado al Conservatorio de Música Agora International Fabordón, que además de escuela reconocida por la Comunidad de Madrid para impartir enseñanzas elementales de música, es conservatorio privado. Este centro se encuentra en el colegio Agora International School Madrid, en la urbanización El Bosque.
Su directora es Isabel López Calzada. Se podría decir que a sus 48 años, y casi toda una vida dedicada a la música, ha contribuido enormemente a que el papel de la mujer en este campo se vaya normalizando. Ha sido también una de las primeras en apostar por una manera distinta de abordar la educación musical en España. Motivo de que fundara su propia escuela, Fabordón. Enérgica y feliz, nos confiesa que no tiene tiempo ni para cansarse.
¿Cómo empezaste en la música?
Yo sentía la música desde bien pequeña. Me encantaba bailar. A los siete años ya tenía muy claro que quería dedicarme a esto. Le dije a mis padres que quería ese instrumento con el que levantabas las manos y todo sonaba (risas). Con esa insistencia, me metieron al conservatorio. Lo tenía muy claro. No es normal que un niño tan pequeño este tan decido, pero yo sabía que era algo vocacional. A pesar de todo el esfuerzo, porque es una vida muy dura en la que tienes que compaginar tus estudios normales con los del conservatorio, vida social y familia… lo volvería a hacer sin lugar a duda.
Eres pionera en la creación de la única orquesta sinfónica de mujeres de Europa, la Orquesta Sinfónica de Mujeres de Madrid (Osmum). ¿Cómo surgió la idea?
En el desarrollo de mi tesis investigué mucho sobre la importancia de la mujer compositora. De esos estudios surgió, en el año 2004, la idea de crear la orquesta sinfónica de mujeres y darla a conocer. En el resto de Europa hay orquestas de cámara, pero no sinfónicas. Por eso provoco tanto revuelo.
Fue desbordante la cantidad de instrumentistas que llamaban para hacer pruebas de dentro y fuera de España. Es más, la arpista de la orquesta es china. Actualmente cuento con instrumentistas de distintos países como Alemania, Francia, Italia, Rumania, etc. En total somos 80.
Tuvimos varios conciertos en el extranjero. Algunos muy especiales, como el concierto de Navidad en Belén. Pero con la llegada de la crisis tuvimos que reducir el personal y movernos más con música de cámara o cuartetos. Ese es el motivo también por el cual estamos un poco paradas, pero seguimos al pie del cañón.
Después de 12 años presentas tu tesis.
Presento la tesis en junio después de muchos años de trabajo, sí. El tema es La música militar castrense popular en la guerra de la independencia. He estado años metida en la Biblioteca Nacional con guantes. Y ha sido maravilloso todo lo que he encontrado. De hecho, me da pena porque no tengo el tiempo suficiente para hacer otra tesis y hablar sobre el montón de curiosidades que he encontrado mientras buscaba documentación para mi tesis.
¿Cómo surge la idea de crear Fabordón?
Cuando terminé el conservatorio superior de piano tenía muy claro que hacía falta un cambio. Lo que me había costado a mí la carrera musical, como están estructurados los estudios, las pocas facilidades que teníamos para acercarnos a la música, profesores saturados… Decidí que no podía ser, que había que hacer un cambio en la educación musical. En esa época surgieron también las escuelas de música como las que había en Europa, bajo la filosofía de acercar la música a la gente.
En el año 96 me lancé a la aventura. La Comunidad de Madrid se portó muy bien en ese sentido. Fui de las primeras escuelas privadas de música.
Cuéntanos sobre la escuela.
Tenemos aquí en el Agora Internacional School la sede de la Escuela de Música Fabordón, centro autorizado y conservatorio de música. Contamos con dos escuelas más abiertas. Una en el colegio Santamarca y otra en el colegio San Ramón y San Antonio, ambos en Madrid. Intentamos que los alumnos toquen todos los palos, no solo rock y música moderna. Incluso desde muy pequeños ya están viendo géneros como zarzuela o jazz.
La escuela se activa mucho con los conciertos. Los chicos se entregan al máximo y todos quieren tocar. Se produce una química increíble que ayuda a superar miedos e inseguridades.
Actualmente la escuela tiene unos 70 alumnos de todas las edades. Las clases las damos por la tarde y al mediodía.
Lleváis un año como conservatorio profesional. ¿Cómo ha sido el cambio?
Me hubiera gustado hacerlo mucho antes, pero por tema burocráticos, hasta el año pasado no lo conseguí. Hemos tenido que esperar a que se diera una cierta libertad a las escuelas de música y que vieran el problema del desbordamiento de los conservatorios.
También el año pasado empezamos con los exámenes del Trinity College London Rock&Pop de música moderna. Esto ha supuesto un gran avance porque ya no solo puedes obtener una titulación por lo clásico, y eso atrae a más niños y adultos.
¿Y tus proyectos a futuro?
¡Muchísimos! (Risas). Respecto a la escuela queremos llegar a ser conservatorio profesional completo. Creo que va a ser fácil porque teniendo la base, el profesorado y la idea clara, lo podremos conseguir. Lo más importante es crecer, siempre y todo lo que se pueda. Esto también se aplica a la orquesta. Ahora cuando termine la tesis tendré más tiempo y me gustaría darle mayor difusión.
En persona
- “Yo siempre he querido cambiar el sistema pedagógico de la música. Cambiar la idea de enseñanza, disfrutar de la música en su esencia y salir de esos cánones de que hay que ser un superdotado para poder disfrutar de ella”.
- Isabel tiene cinco carreras, dos licenciaturas y tres diplomaturas. Todo ello es lo que se necesita para llegar a ser directora de orquesta. Sus instrumentos: el piano y la viola.
- El año pasado fue la representante de España en el Europa Season en Rumania, donde ante miles de personas fue la encargada de representar la música de su país.