Cultura

El festival de cortos de Boadilla, a la altura de los mejores

Salvador Jiménez dirige desde 2009 el Festival de Cortos de Boadilla. Recuerda como entonces “era un certamen de cortometrajes que se proyectaban en un aula de Juventud. La difusión no era muy grande y la asistencia bastante escasa. Al año siguiente se hizo mayor publicidad del evento y lo realizamos en el Auditorio Municipal y esa gala fue el germen de las que vinieron después”.

 

¿Dificultades a la hora de organizarlo? En la organización de este tipo de eventos, con tantísimas vertientes que cubrir, hay algunos factores que son imposible tenerlos resueltos hasta pocas semanas antes de su realización. Por ejemplo, confirmar la asistencia de los premios de honor o de los finalistas.

¿Está contento con la gala de este año? El balance es totalmente positivo. Sé que hay cosas en las que tenemos que mejorar, sobre todo publicitar y potenciar más las proyecciones de los cortometrajes, que en definitiva son la esencia del festival. Y, con respecto a la gala, buscar las claves para conseguir que sea más corta y dinámica. En general estamos muy satisfechos de haber conseguido que en las proyecciones pudiésemos contar con cortometrajes de mucha calidad y realizar una gala con números musicales sorprendentes e invitados de primera línea.

¿Qué relevancia tiene este festival en el panorama nacional? En pocos años hemos conseguido que nuestro festival sea considerado como uno de los mejores, dentro del circuito cinematográfico. Nuestros ganadores han llegado a despuntar en el panorama nacional. La gala está a la altura de cualquiera de los grandes festivales, no solo de cortometrajes sino de festivales de cine. Es uno de los pocos del panorama nacional que proyecta los tres cortometrajes finalistas en la gala de clausura y que nuestras galas sean temáticas. Cada año elegimos un tema que sirve de hilo conductor para la escenografía y los números musicales (este año tocaba los cines del mundo). Y otro factor que nos hace originales es que nuestro trofeo es una obra única y certificada para cada premiado diseñado por el artista Juan Arroyo, dándole un valor añadido a nuestro galardón.